Crece el comercio informal

El comercio informal crece cada más en el Ecuador. Mucho más a raíz de la pandemia, a la profundización de la crisis social y económica, a la inmigración y a la migración interna, en estos últimos tiempos a la inseguridad y violencia. La lista de causas es variopinta.

Cuenca no escapa a esa realidad socio-económica. Así lo demuestra un reportaje publicado ayer en este diario.

La ciudad, una de las más caras del país, cuenta con más de 204 mil personas con empleo, pero cuatro de cada diez no ganan el sueldo básico. Los desempleados van por los ocho mil.  

El comercio informal es la alternativa más urgente para quienes tratan de llevar el pan del día a sus familias, para sobrevivir en muchos casos.

Es la salida para tanto desposeído venido de otros lugares, incluyendo del campo; para madres solteras, para quienes el bono les fue arrebatado sin mayores explicaciones, para las personas de la tercera edad, para los despedidos a fin de emplear a inmigrantes y ahorrarse el pago del seguro social y más derechos laborales.

Según dirigentes de una federación de comerciantes, en Cuenca los informales serían no menos de cinco mil. Una cifra preocupante si se considera el tamaño de la ciudad.

Están en el Centro Histórico, en las inmediaciones de los centros educativos, hospitales, mercados, parques, con mayor razón en la feria libre, en las terminales terrestres improvisadas.

Las diversas administraciones municipales han ensayado una serie de alternativas para buscarles lugares seguros y a donde lleguen los clientes.

Pero no han pasado de eso: de ensayos, si bien con algunos resultados positivos.

Testimonios de los entrevistados liberan de más comentarios. Los deben leer las autoridades.

Son problemas estructurales, consecuencia de la inequidad social. Si no se los asimila así, mal pueden planificarse políticas encaminadas a solucionarlos.