De la independencia a la autonomía

Cuenca conmemora un aniversario más de independencia, esa condición del territorio que permite que no dependamos políticamente de otro.  La definición que da la Real Academia de la Lengua al término quizá no es muy apegada a la realidad que vivimos.  Porque, así como logró la independencia, ahora Cuenca requiere una nueva conquista, la de su autonomía.

Ser autónomos implica, según la CEPAL, tener la capacidad de tomar decisiones libres e informadas, “de manera de poder ser y hacer en función de sus propias aspiraciones y deseos” en el marco de un contexto posible.  Esa autonomía no implica desprenderse de los derechos a la distribución económica que corresponde en una administración descentralizada.  Más aún cuando desde la ciudad y la región se contribuye puntual y responsablemente con el erario nacional.  Al contrario.  La defensa de la autonomía obliga a las instituciones, autoridades y a la ciudadanía a exigir a los gobiernos el debido cumplimiento de aquello que nos corresponde en justicia y en derecho.

La conquista de la autonomía implica también la capacidad de proponer y ejecutar, de acuerdo al contexto en el que vivimos y que nos rodea, iniciativas que beneficien a los diversos sectores de la sociedad.  Cuenca ha demostrado su capacidad por defender el agua, proteger su patrimonio, exigir un territorio de recarga hídrica libre de minería metálica. Lidera la defensa de la educación pública y de calidad.

Afortunadamente, a pesar de la participación de ciertas voces en la política y la academia que han actuado como alfombra desplegada ante el poder de turno, la mayoría de cuencanos y cuencanas elevan con fuerza sus criterios y opiniones desde las aulas, los medios de comunicación o desde la acción cívica y social, poniendo las alertas y la crítica donde corresponde.  Gestos que promueven una nueva conquista, la de la autonomía.