Confrontación e idolatría

Aurelio Maldonado Aguilar

Se pregonan estas épocas como tiempos de paz y amor dentro de los hombres, pero si lo analizamos sin parcialidades, podríamos aseverar que son todo lo contrario, pues las horas y minutos de navidad y fin de año, son una completa obra de teatro humana y por ser humana, llena de criterios intrínsecos y propios de comunidades y localizaciones que imponen su criterio a rajatabla, basándose en leyendas y mentiras magnificentes y antiguas, que ofuscan desde niños a los fieles de tantas raíces religiosas. Todas las corrientes humanas de este pequeño habitáculo que constituye la tierra, verdadero grano de polvo sideral en medio de incógnitas y desconocidas inmensidades, se creen en el derecho de encontrar su dios en medio del fanatismo y la fe ciega, que termina sin remedio y con franca idolatría, adorando a dioses falsos y paganos de diferentes construcciones y morfología idealizada para bien de muchos y sojuzgamiento de otros. El dios omnipotente, omnipresente, omnisciente, es en realidad energía pura sin forma ni estructura ni substancia, menos cuerpo y personalidad. (leyenda de un chat que dice la verdad). En mi último intento de pedestre versificación, le puse el título al libro “En búsqueda de Dios” porque soy, si he de ser franco y transparente, un incrédulo en este dios humano, sea cual fuese la religión o tendencia, cosa que incomoda en nuestro medio a la mayoría de ciegos de fe y sin criterios lógicos. Busco a Dios, si lo hago, constantemente en mis divagaciones trascendentales y es muy difícil encontrarlo sin una clara idea de que este ser supremo e intemporal, debe ser buscado en los rincones más profundos de nuestras almas y acciones más puras, obligándonos a tirar a una basura ideológica todo tipo de intrascendencias que son un lastre en nuestro humano camino.

Guerras fratricidas que duran años asesinando inocentes y niños que no tienen idea ni criterio como en Gaza. Desgarramientos crueles entre hermanos como Rusia y Ucrania. Desigualdades brutales entre los hombres que se acrecientan día a día y que forman ejércitos de migrantes como rebaños sin luz ni norte, que no sea sobrevivir con mendrugos en otros territorios. Balas asesinas que cobran cuentas por el verdadero dios de estos momentos que es el dinero. Drogadictos y viciosos cuyo único dios en sus mentes ya revueltas y deleznables es el alcohol y drogas que terminan con ellos como verdaderos gusanos babeantes en el fango.

Pues sí. Busco a Dios en mis adentros más profundos. Lo busco sin cruces, casullas ni martirios. Lo busco desde mi minúscula y atómica intrascendencia personal y humana. Lo busco si, lo busco. (O)