Porque fueron, somos. Porque somos, serán

La consigna que recuerda y reclama la lucha por los derechos de las mujeres es útil para titular un editorial de 8 de marzo. Permite reflexionar sobre cuánto se ha avanzado y cuánto todavía queda por recorrer. Desde la conquista de Matilde Hidalgo al hacer uso de su derecho a estudiar una carrera universitaria y al votar en un proceso electoral; o desde que participó Nela Martínez como diputada de la nación, los techos poco a poco se están volviendo de cristal.

Las conquistas laborales, los derechos sobre el trato digno y equitativo, el acceso a la educación, a igual remuneración, “a que no nos maten”, para una mujer implica esfuerzo y astucia porque a pesar de que deberían ser derechos otorgados y preservados, han tenido que ser reclamados y adquiridos.

Universidades, municipios, prefecturas, organizaciones públicas y privadas se unen en conmemoración de los derechos adquiridos. Es un signo de avance el que con firmeza se rechacen las agresiones, se establezca una política de cero tolerancias a la violencia de género y se reivindique la protección y los derechos de quienes han estado en condición de vulnerabilidad. Sin embargo, todavía falta.

La sociedad tiene la responsabilidad de proteger los logros alcanzados e incentivar y extender aún más sus beneficios a la mujer rural, a la campesina, cuya situación de pobreza y lejanía limita el acceso a educación y salud, como derechos fundamentales.

Mientras tanto, cada 8 de marzo servirá para recordar que de esas “Matildes, estas María Augustas; de esas Nelas, estas Rosalías”. Porque fueron, somos, porque somos, serán.