Noboa, ¿el nuevo Jaguar?

Jorge L. Durán F.

La delincuencia de “cuello blanco” tiene a medio mundo hablando del Ecuador. 

La semana pasada, casa adentro, todos hablaban de las consecuencias del alza del IVA. Desde el sábado eso “ya es historia”.

También se habló del bajón en las encuestas del joven presidente Noboa, a estas alturas convertido en una especie de Jaguar por sus tácticas y mimetismo para cazar presas, así pesen el doble de él.

Sigiloso, casi que sin respirar, pero con los ojos bien abiertos, ¡zas! y atrapa una presa, no cualquier presa, sin importarle que es parte del rebaño donde fue aceptado a cambio de que reinase con cierta paz y dejare uno que otro hueso por allí.

El país ni lo sintió cuando declaró persona no grata a la embajadora de México en el Ecuador.

Sobrevino la reacción: concesión del asilo diplomático a quien podría ser el delincuente número uno de la delincuencia de cuello blanco, hospedado allí para no ser atrapado por la Policía.

Una oportunidad de oro para el joven Jaguar a fin de recuperarse en las encuestas, de hacer sentir su poder de mando y de jugarse el todo por el todo.

Si doy el salvoconducto me hundo; si hago lo contrario me cae medio mundo, medita el joven Jaguar. Y se decide. Observa, olfatea, y pega el salto para sacar del escondite diplomático a aquel delincuente, por cuya libertad la narcopolitica habría sobornado a jueces truchos con la intermediación de las muñecas de la farándula y de las relaciones públicas.

Aquel delincuente anocheció en cama diplomática, comiendo tacos con tequila y mariachis para festejar el asilo, y amaneció en La Roca.

El joven Jaguar se lo tragó entero. Como dice su padre: “armó el despelote” en el Ecuador, en México, y en medio mundo.

Ahora todos hablan de esa decisión de Estado. Él se recupera en las encuestas. Recobra credibilidad. Emite un mensaje contundente de lucha contra la corrupción, un cáncer que ha hecho metástasis en toda la República, que purga por todos los poros, en tanto las plagas amenazan con asolar con lo que queda.

Lo hecho, hecho está. Poco importa lo que diga el presidente azteca, un veterano león de felpa que hasta para forzar un rugido se demora una eternidad.

El joven Jaguar digiere lo comido. Se da cuenta que   violó algunas reglas internacionales y que le rodearán las moscas; pero se defiende señalando que una embajada no es el escondite para los delincuentes.

Casa adentro la lucha será feroz. Ya no tendrá el apoyo de las huestes del delincuente enrocado, así su tutor mayor y de la misma laya pida sanciones internacionales para el país al cual embarró.

A lo hecho, pecho, dice el joven Jaguar. (O)