Debate Ecuador 2023

Andrés Martínez Moscoso @andresmartmos

Muchos sostienen que, el día que cambió la política y la televisión, fue un 26 de septiembre de 1960, cuando en Estados Unidos de América se realizó el primer debate político con trasmisión vía televisión, entre los aspirantes a la Casa Blanca, Richard Nixon y John F. Kennedy.

Desde esa fecha, alrededor del mundo, se han vivido este tipo de eventos, en los cuales se busca que la ciudadanía se informe respecto a la propuesta de los candidatos, así como que estos tengan la oportunidad de confrontar ideas, todo ello con el propósito que la ciudadanía se encuentre debidamente informada, y esto garantice un voto responsable.

En el caso ecuatoriano, desde la reforma al Código de la Democracia, el art. 202.2, dispone que, en las elecciones seccionales, se deben realizar debates obligatorios para los casos de prefectos y alcaldes, siempre y cuando la jurisdicción supere los 100.000 electores.

Por ello, en esta ocasión, el Consejo Nacional Electoral, organizó 38 debates electorales, para lo cual se agendó, a los candidatos a prefectos para el 8 de enero, mientras que para candidatos a alcaldes, el 14 y 15 de enero.

Para el caso de los candidatos a prefectos, tuvimos la oportunidad de mirar los debates, los cuales cumplieron con las normas del “Manual – Ecuador debate 2023”, donde se procuró brindar información transparente por candidatos, garantizar su participación equitativa, asignación de tiempos, así como la división de 4 ejes temáticos: Seguridad y convivencia social; Economía y movilidad; Medio ambiente y territorio; y, Administración seccional.

Más allá de la organización del debate, que puede mejorar para que exista un real enfrentamiento de dos o más opiniones. La principal crítica se basó en que, muchos de los candidatos ni siquiera conocen las competencias que tienen si son eventualmente electos como prefectos, así como que se centraron en discusiones personales, debates vanos y superficiales. Primó el nerviosismo, las frases elaboradas, y en ocasiones propuestas imposibles de cumplir.


Esta experiencia deja un sabor agridulce, pues se agradece que exista una palestra pública en la que se conozcan las propuestas, así como qué piensan los candidatos, pero por otro lado, se perdió la oportunidad para que de manera responsable los políticos conecten con la ciudadanía, más allá de un eslogan, un meme o una coreografía en TikTok.  (O)