Independientemente de si los resultados electorales nos parecen favorables o desfavorables, es un alivio que hayan terminado las campañas políticas. Posiblemente ese alivio obedece a que una vez más primó la sensación de que las ideas se intentan imponer y de que el fanatismo prevalece en muchos. Un reciente podcast con José Luis González Quirós y Javier Banegas titulado “El pensamiento único: Una peligrosa enfermedad social” (2023), justamente aborda el tema de imponer las ideas, de callar a quién piensa distinto, de anular o descalificar a quien no ve las cosas como las vemos nosotros; mencionan entre otros al abogado colombiano Luis Gabriel Carrillo Navas, quien en 2021 afirmó que primero te silencian, luego te dicen que decir, y cuando te pongan las cadenas, te dirán que la única libertad de pensamiento es la del poder.
Pero tal vez por comodidad, desidia o pereza hay ciudadanos que buscan líderes que les guíen como si fuéran parte de un rebaño, y hay muchos políticos felices de hacerlo. Ya en 1967 Leonard E. Read en su libro Deeper than you think abordó el tema, y dejó claro que quienes piensan por sí mismos, nunca podrán seguir ciegamente a nadie, así como un líder de verdad no toleraría ni asumiría responsabilidad de una banda de seguidores ciegos.
Además, Read manifestó que estar a la vanguardia de cualquier línea de pensamiento es dejar una especie de rastro, y que cualquier persona responsable verificará ocasionalmente la huella dejada, y si no encuentra nada más que seguidores a su paso, probablemente debería descartar sus esfuerzos como trabajo perdido, algo que posiblemente no se entiende en un país en el que sus jóvenes aspiran a ser influencers y muchos miden su éxito precisamente por su número de seguidores. (O)
@ceciliaugalde