Realmente que, con lo sucedido en las últimas elecciones y denunciado por las mismas autoridades del CNE, por lo menos la calidad de los fusibles utilizados para el funcionamiento de las computadoras del organismo, se encuentra en grave entredicho. ¿Cómo ha de ser que casi en todos los procesos eleccionarios se produzcan “apagones”? y que los electores que seguimos de cerca los resultados, que no somos los más, lamentablemente, tengamos que sufrir el crispamiento de los nervios cada vez que los datos empiezan a “atrancarse” o, por último, “y para mejor hacer”, se paralizan del todo y los presentadores de los medios de comunicación comienzan a repetir, ahí mismo y ahí mismo, los datos ya sabidos y “en espera de nuevas informaciones” de parte de los centros de cómputo. No exagero si digo, que para el personal de los medios de comunicación encargado de la información electoral, en los últimos años, la tarea debe haberse convertido en una especie de deporte extremo.
Si a esta pésima calidad de los “fusibles electorales”, para llamarlos de algún modo, se suma, como en la última elección, la denuncia de los consejeros electorales sobre el “descubrimiento” de un centro de cómputo paralelo, ubicado ¡al interior mismo del Consejo Electoral del Guayas!, con impresoras industriales, con papeletas para el cómputo de los resultados de la consulta popular, con personal entrenándose para la falsificación de firmas, con una serie de ordenadores, etc.; entonces, la cosa se pone color de hormiga porque significa, a no dudarlo, que se cometieron irregularidades gravísimas, irregularidades que provocan desconfianza en los resultados electorales y desconfianza que nos lleva a concluir que alguien se burló inmoralmente de nuestra voluntad democrática.
¡Imagínense, amables lectores! El fraude electoral en el país casi casi se va convirtiendo en una estrategia más para ganar las elecciones. Y es que el actual sistema informático del CNE, es un sistema lleno de fallas, y por tanto, vulnerable a intervenciones externas. Por el bien del país, el grave embrollo tiene que aclararse con absoluta transparencia. (O)