El escándalo

Edgar Pesántez Torres

La sociedad está enferma, no me cabe duda. Y como parte del consorcio, adoleceré de alguna patología psicológica aun cuando sin llegar a la psiquiátrica. Igual que en la medicina, actividad a la que he dedicado la mayor parte de mis actividades, sé que lo más importante es encontrar la etiología para dar la solución conveniente.  Dicho esto, habrá que volver al Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea de E. Fromm a fin de parodiar los estragos provocados hoy por el narcotráfico y la narcopolítica con los del sistema industrial y capitalista que llevan al ser humano huir de la libertad por la alianza entre la psicología patológica y la ética humanista, según el judío-alemán que defendió el socialismo democrático.

No hay que admirarse que el país viva en sobresaltos, pues son parte de los signos del tiempo. Pero la variante etiológica en estos lares estaría por dilucidarse, aun cuando el común ciudadano sabe que se agudizó con el acceso del crimen organizado y el narcotráfico, lo que contaminó a la vulnerable política criolla. Los delincuentes materiales, los cómplices y los encubridores se bañan en piscinas de estiércol, mientras los autores intelectuales atizan el fuego para incendiar el país, teniendo no solo a tontos útiles en las calles, sino también a asalariados en las redes sociales y hasta en las iglesias y conventos.

Cuánta razón tuvo Norberto Bobbio, cuando dejo que en la obscuridad maduran y se difunden los vicios que socaban las raíces de la democracia: son amenazas mortales, como los comportamientos desviados de los servicios de seguridad, las tramas ocultas del Estado y, agregaría, los escándalos sin fondo. Solo los días del carnaval nos desvían del asombro y sospecha que generan ciertos inescrupulosos con actitudes contrarias a la moral y a las convenciones sociales. 

 Alguien podrá juzgar que solo se habla de los escándalos políticos: ¡No! Es en todo ámbito del convivir: desde la literatura y la música con Vargas Llosa y Shakira hasta los entremeses del sexo entre líderes y liderzuelas de todo jaez. Loable la investigación que han hecho los periodistas de investigación desnudando a los corruptos de ayer y de hoy, pero de ahí a buscar protagonismo, no es digno de la profesión. Hay que reevaluar la deontología periodística y alertar a las universidades y a los colegios profesionales a fin de que notifiquen la arrogación de funciones de gente sin título que los enlodando a los que poseen.  (O)