No son lo mismo

Andrés Martínez Moscoso @andresmartmos

La Constitución de la República establece interesantes sistemas de control del poder del gobierno, sin embargo, en ocasiones los actores políticos confunden sus alcances, contenidos y procedimientos.

En Montecristi, se agregó a la carta fundamental (art. 130), un mecanismo de “muerte cruzada inversa”, en la cual el Legislativo puede destituir al presidente de la República, en 2 casos puntuales: a) Por arrogarse funciones que no le competen (siempre se requiere de un dictamen de la Corte Constitucional), y; b) por grave crisis política y conmoción interna (lo cual fue activado en junio de 2022, sin éxito por parte de los legisladores).

Este mecanismo de control puede ser usado por una sola vez durante el período legislativo.

Por otro lado, se encuentra la posibilidad del enjuiciamiento político, tanto al presidente, así como al vicepresidente de la República, en el cual se deben tener en cuenta dos aspectos: el primero, contar con los votos necesarios para la censura (tercera parte de sus miembros); y, lo segundo, que se encuentre dentro de los supuestos establecidos en el art. 129, esto es: delitos contra la seguridad del Estado, delitos contra la Administración Pública (concusión, cohecho, peculado o enriquecimiento ilícito), o, delitos de genocidio, tortura, desaparición forzada de personas, secuestro o homicidio por razones políticas.

Al igual que en el primer supuesto del art. 130, en este caso, para poder iniciar el procedimiento, siempre se va a requerir el dictamen de admisibilidad de la Corte Constitucional, por lo que es evidente el rol fundamental que el constituyente le encargó a este organismo, para velar por la vigencia y correcta aplicación de la norma constitucional.

Por ello, en los tiempos que corren, y frente a las pugnas entre el Ejecutivo y el Legislativo, los cálculos se centran en el número de votos, es decir se privilegia lo político, sin olvidar que, en lo constitucional, y en el organismo que se encarga de su aplicación podría definirse mucho del futuro de la vida política ecuatoriana. (O)