En los procesos de transición son importantes las señales que se envían por su capacidad de comunicar el legado de la administración saliente, así como la primera impresión de quienes estarán ingresando. Los equipos que se conforman tienen la responsabilidad de establecer no sólo un espacio de reuniones para entregar y recibir información sobre el estado de la situación sino también de transparentar ese proceso en un marco de cordialidad, cortesía y civismo. Al final del día, lo único que hacen es acatar el mandato que la sociedad dictaminó el pasado cinco de febrero.
El proceso de transición es también parte de la configuración del legado de gestión, de manera que, en lugar de mirarlo con recelo, debería aprovecharse como una oportunidad de representar con dignidad, hasta el último día, el mandato encargado. La comunicación de la gestión, de los resultados y del estado de las obras y proyectos debe ser presentada con responsabilidad, sabiendo que las páginas están escribiéndose ante la mirada atenta de la opinión pública.
Por ello resultan lamentables los desencuentros entre ediles y alcaldes, entre autoridades salientes y entrantes. El escándalo no puede ser el último mensaje ni el primer saludo. Quedan dos meses todavía, aún hay tiempo para hacer de un proceso de transición una oportunidad de generar mensajes que dejen un legado digno, así como el mejor inicio posible para una nueva administración. (O)