La esperanza de vida en Francia está prácticamente estancada desde la crisis de mortalidad abierta por la irrupción de la covid a comienzos de 2020, y en el pasado año no se había recuperado el nivel previo de 2019.
Estas son algunas de las conclusiones de un informe publicado este miércoles por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED) en el que se estima que la esperanza de vida en 2022 fue de 79,3 años para los hombres y 85,2 para las mujeres.
Eso significa una mejora muy ligera para los hombres con respecto a 2021 (79,2 años) y un estancamiento para las mujeres (85,2). En los dos casos, son cifras inferiores al techo histórico que se había alcanzado en 2019 con 79,7 años para los hombres y 85,6 para las mujeres.
El autor del estudio, Gilles Pison, explica que la primera razón es la epidemia de covid, que ya ha causado más de 160.000 muertes y en 2020 hizo retroceder la esperanza de vida hasta los 79,1 años para los hombres y 85,1 para las mujeres.
Aunque la vacunación redujo el riesgo de mortalidad, ha seguido siendo más elevado que antes de la irrupción del coronavirus y además se han venido a añadir otras gripes invernales.
Junto a estos fenómenos de carácter más puntual, el envejecimiento de la población francesa se deja sentir en un crecimiento natural (diferencia entre nacimientos y defunciones) que se ha reducido en los últimos años y que debería continuar disminuyendo.
Ese excedente natural era de 262.000 personas en 2010 y de 205.000 en 2015, pero ha pasado a limitarse a 140.000 en 2019 y a 56.000 en 2022.
En consecuencia, el crecimiento global de la población francesa se mantiene esencialmente por la llegada de inmigrantes. El saldo migratorio ha sido de 161.000 personas en cada uno de los tres últimos años.
De esa forma, la población francesa ha seguido progresando y en 2022 superó ligeramente el listón de los 68 millones, en concreto hasta 68.043.000 personas, lo que significa 217.000 habitantes más que en 2021. EFE
