Lo peor que nos puede pasar, es que no pase nada, cuando el 20 de marzo según perfiles de opinión la gente apenas un 3% considera que el país está conducido de manera correcta, veríamos esos finales sin alma de una parodia establecida en el tinglado de por lo menos tres meses, en acusaciones a doble vía de tráfico de influencias en altas esferas de la política nacional. Que muestran deficiencia del ejecutivo y de fiscalización de la asamblea, además como son liberados por la justicia líderes del crimen organizado, que caminan dañando a la población. Esto no puede continuar y si constitucional como democráticamente no son capaces de dar respuesta, la situación se torna de impredecibles consecuencias. Cuidado que en él toma y daca se desata a la crisis social. Por cuanto lo que puede comprar el ámbito político es de poco valor y la ciudadanía lo sabe.
Todo fluye para el país en conflicto: desde las zonas afectadas por el invierno, los deslaves con fatales consecuencias, las vías en malas condiciones y el hampa a sus anchas, en desmedro de una ciudadanía atemorizada, ahora enfrentados los poderes en un juicio político al Presidente, que siguiendo los arbitrios establecidos y luego de pasar el filtro de la corte constitucional se apresta a llevar adelante, sin vuelta atrás, a no ser que el gobernante decrete la llamada muerte cruzada, para adelantar elecciones de Presidente y Asambleístas, que lo puede hacer. Sin embargo, lo triste es que mientras se solucionan estos impases, posiblemente de manera que asusta cuando se intercambian favores, para su estabilidad a costa del bienestar común.
Lo importante de un gobierno, el parlamento y la justicia es visualizar soluciones para el país, dejando de lado utilidades particulares de permanencia en el poder. Si solo se harían la pregunta que conviene más a los intereses públicos, si recuperar su inversión por años para llegar al poder o su legado, va para el Presidente y Asambleístas, si por menos, en otros lados dan un paso al costado, mostrando aun en la duda de sus rectas actuaciones o por terceros por ellos designados, altivez, anteponiendo primero el bien nacional. (O)