El Sangay, el más austral de la llamada «Avenida de los volcanes» de Ecuador, lanzó este sábado una nube de ceniza que se elevó a unos 8 kilómetros de su cráter y que, por efecto del viento, se dirigió a las vecinas provincias andinas de Chimborazo y Bolívar, así como a la costera de Los Ríos.
El Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional informó de que el fenómeno pudo ser observado por satélite y por cámaras que vigilan el comportamiento del coloso en un sector cercano conocido como Santa Rosa.
La nube de gases y ceniza es similar a las que se han formado en los últimos días y corresponden al actual proceso eruptivo del Sangay, situado en la provincia amazónica de Morona Santiago, en un ramal andino que se adentra en la selva.
«Existe alta posibilidad de caída de ceniza en las provincias de Chimborazo, Bolívar y Los Ríos. Se recomienda tomar las medidas pertinentes», agregó el IG en un informe.
Según el Instituto, lo más probable es que la actividad del Sangay se mantenga con exhalaciones permanentes que generen nubes de gas y ceniza con altitudes de hasta 9 kilómetros sobre el cráter y que, por efecto de los vientos, puedan acarrear el material volcánico a zonas más alejadas.
El IG sostuvo que las provincias más afectadas por la caída leve o moderada de ceniza pueden ser las andinas de Chimborazo y Bolívar, así como las costeras de Los Ríos y Guayas.
También advirtió de que la actividad podría acumular ceniza en los alrededores del cráter y, por efecto de las lluvias, generar lahares o aludes que afecten principalmente al río Upano.
El Sangay, de 5.230 metros de altura sobre el nivel del mar, se encuentra en una zona poco poblada del país, en un ramal de los Andes que se adentra en la Amazonía, y forma parte del medio centenar de volcanes que posee Ecuador.
Este volcán es uno de los tres que están actualmente con mayor actividad en Ecuador, junto al Cotopaxi, ubicado a unos 45 kilómetros al sur de Quito; y El Reventador, a unos 90 kilómetros al este de la capital ecuatoriana.
El Sangay, según varios estudios, debe su nombre a la voz quichua andina «samkay», que se traduce como espantar o aterrorizar, aunque también podría provenir del shuar amazónico «shanga», que se interpreta como bondadoso. EFE