Basta con escribir en los buscadores de internet `maestrías´ para encontrarse con una infinidad de ofertas de instituciones educativas del mundo.
Y es que, por lo menos en la última década, la cantidad de másteres que se han puesto a disposición de todos aquellos interesados en un título de cuarto nivel ha incrementado exponencialmente.
Solo en Ecuador, de acuerdo a los datos de la Senescyt, desde el 2013, hasta lo que va del año, se han registrado 306.081 títulos de cuarto nivel. De este número, 92,726 fueron obtenidos en el extranjero.
La estadística responde a una tendencia que se instauró en el país y que no se ha detenido porque tener una maestría se ha vuelto parte del proceso de formación de los profesionales ecuatorianos.
“Hoy, básicamente, es casi ya una obligación que, en todas las profesiones, una vez conseguido el título de grado, nos especialicemos en algo”, opinó Diana Jadán, coordinadora de la Dirección General de Posgrados de la Universidad de Cuenca.
Sin embargo, por esa misma obligación que lleva a los jóvenes a estudiar una maestría, en muchos casos terminan escogiendo una especialización errónea en un establecimiento que tiene un proceso distinto a lo que buscaba el profesional.
Ante esa realidad es que Diana, a través de su experiencia como coordinadora y docente de la Universidad de Cuenca, ha tratado de guiar a sus estudiantes de los últimos ciclos universitarios a que tomen una decisión acertada cuando se trata de escoger una maestría.
Por ejemplo, la primera recomendación que ha hecho Jadán a sus estudiantes es que, si el recién graduado tiene la oportunidad de ganar experiencia, que la gane, porque luego esto tendrá mucha influencia en la maestría que escogerá a futuro.
Un segundo punto a tomar en cuenta es el contenido y con cuánta profundidad se lo tocará. Esta última característica estará atada a la duración del posgrado.
“Es perfectamente factible que una maestría se ejecute en un año. No hay problema. Pero se tiene que revisar la profundidad con la que se van a revisar cada uno de los temas del programa de maestría”, acotó Diana.
El objetivo del posgrado
Otra de las consideraciones que deben tener los profesionales es la aplicabilidad que le van a dar a sus maestrías una vez que obtenga el título. Por lo menos eso cree Juan Pablo Martínez, ex coordinador de la zona 6 de la Senescyt.
Para Martínez es necesario hacerse algunas preguntas, entre estas: ¿para qué me va a servir? ¿Cómo va a mejorar mi desarrollo profesional?
“Existe tanta oferta de maestrías, que hay que pensar en la aplicabilidad. A veces son muy novedosas, pero después no se puede aplicar en el país”, dijo Martínez a diario El Mercurio.
Después de analizar la aplicación que se le dará a la maestría, según el ex coordinador, es indispensable revisar el establecimiento que oferta el posgrado.
Para eso, por ejemplo, en las páginas web de las instituciones se encuentra el número de cohortes de la maestría, quiénes son los profesores, la modalidad y, principalmente, el área de conocimiento.
Esta última revisión es necesaria porque para registrar un título de posgrado de las áreas de la ciencia de la salud, el programa tiene que haber sido presencial y haber durado, al menos, 18 meses.
Qué opinan los que estudiaron
Si pudiera volver a tomar la decisión de estudiar una maestría, Alex Guamán se lo pensaría algunas veces, debido a que la inversión fue alta y la retribución no fue la esperada. En su caso, Alex estudió un posgrado relacionado con el marketing hace cuatro años.
“No digo que estudiar una maestría sea algo malo. Creo que al final terminas aprendiendo. Pero sí vale pensar. A veces creemos que vamos a ganar más, pero no pasa porque muy pocas veces las empresas consideran si tienes maestría. Vale pensar y tomar una decisión acertada”, opinó Alex.
Para Eduarda López, quien realizó una maestría en contabilidad en el extranjero, en cambio es necesario estudiar algo que realmente puedan usar en sus profesiones o en sus negocios, mas no por un impulso de tener un título de cuarto nivel.
“Si es para tener decir que tienes una maestría, mi recomendación es que no se gasté el dinero. Es preferible que se analice con detenimiento, que vea si me puede servir. Y no pensando en que si voy a ganar más dinero. Invertir en educación es positivo, pero es mejor cuando realmente lo pones en práctica”, dijo Eduarda. (I)