Y de pronto la pregunta aprobada por la Corte Constitucional para que, en democracia, decidamos explotar el bloque 43 o priorizamos la conservación del Parque Nacional Yasuní nos convoca al diálogo, la deliberación y el debate.
Conservar o extraer, unos sostienen el argumento de la explotación responsable, otros el de la conservación, el debate, desde la dinámica de la pregunta polariza las opciones, entre tanto, el reloj avanza, el tiempo teje, avanza, nos convoca a una decisión.
La conciencia por la necesidad de decidir la conservación se manifiesta como base del fundamento, el argumento de quienes se decantan por la explotación se sostiene sobre la posibilidad de mitigar (no eliminar) los riesgos desde una explotación responsable y se fortalece sobre la imposibilidad de reemplazar los recursos que ello significa para nuestra economía.
Aprovechamiento responsable de los recursos renovables, respetando su propia tasa de renovación; y, reemplazo de aquellos que no lo son, el fundamento de la sustentabilidad demanda, como toda transformación en democracia, de la construcción normativa, así como la institucionalidad que desarrolle las condiciones de cumplimiento de la norma; pero, sin embargo, la misma dialéctica de la sociedad nos demuestra que todo esto, siendo necesario, no es suficiente.
A la ecuación es necesario sumarle la piedra angular de la transformación, la reconstrucción cultural que se alcanza únicamente a partir de la educación como herramienta de cimentación del nuevo imaginario,
Así, el paso, del consumismo y la obsolescencia programada al consumo responsable y, de la economía liberal a la economía circular demanda de una transformación de la cultura que se exprese en nuevos capítulos del contrato social que nos identifica y vincula. (O)
