El espíritu de Celia Cruz inunda el Tower Theatre, una joya del estilo Art Deco enclavada en la Pequeña Habana de Miami y transformada este jueves en la casa de los recuerdos de la «guarachera de Cuba» con motivo del 20 aniversario de su muerte.
Omer Pardillo, que fue el representante de Celia Cruz y hoy dirige una fundación que lleva su nombre, dice a EFE horas antes de la inauguración de la exposición «Celia Cruz Forever» que se trata de un «pequeño museo» con objetos que pertenecieron a la cantante y que muestran como era en escena y en su vida privada.
«Yo tuve el gusto de conocer a las dos Celias, la del escenario, la explosión de colores, de música, de una energía vibrante, de una amplia sonrisa, y la otra. Fuera del escenario -dice- no era tan folclórica. Era una mujer que hablaba un tono muy bajo, no le gustaban los escándalos, no le gustaba la bulla».
HUMILDAD, CARISMA Y LEALTAD
Las dos Celias se definen para quien fue su amigo y representante con tres palabras: «humildad, carisma y lealtad».
Celia Caridad Cruz Alfonso, su verdadero nombre y no el que aparece en la Wikipedia, dice Pardillo, nació el 21 de octubre de 1921 en Cuba y falleció el 16 de julio de 2003 en EE.UU. víctima de un cáncer.
La cantante cubana, que se exilió en Estados Unidos en 1961 y nunca regresó a su país, ha sido objeto de varios homenajes este mes por los 20 años de su desaparición física.
Esta exposición va a ser el broche de oro de las conmemoraciones, pero en 2024 tendrá otro homenaje: US Mint, la Casa de la Moneda de EE.UU., pondrá en circulación un «quarter» (cuarto de dólar) con una representación de su figura y la inscripción «¡Azúcar!», su grito de «guerra».
La exposición se compone de una serie de módulos donde se exhiben objetos y algunos de los característicos atuendos de escenario de la cantante, sus «batas» rumberas de colores brillantes, sus enormes pelucas de tonos imposibles (zanahoria, fucsia, violeta…) y sus zapatos de plataforma, de los que tenía 60 pares, algunos hoy en poder de famosos como Gloria y Emilio Estefan.
En un recorrido con EFE Pardillo muestra su satisfacción por el camerino de Celia Cruz instalado en el segundo piso del teatro, porque allí se ve el lado más íntimo de la popular salsera.
«Hay cosas muy personales, como una imagen de la virgen de la Caridad, la patrona de Cuba, y otra de Montserrat que le regalaron hace muchos años en Barcelona», dice y apunta a otros objetos: su caja de maquillaje, las batas de andar por casa, su perfume desde 1951, Shalimar, y las bolsas de El Corte Inglés que tan útiles le parecían.
También una fotografía de su madre.
Otros módulos repartidos por el teatro recuerdan las giras de Celia Cruz por América Latina, una visita a Miami donde posó para una sesión de fotografías muy recordadas, los carnavales en los que participó y su paso por el cabaré habanero Tropicana.
EL SUEÑO DE UN MUSEO PERMANENTE
Cuando se le pregunta si no le gustaría que hubiera un museo permanente dedicado a Celia Cruz, dice que es uno de sus dos «sueños» por ahora no cumplidos.
El otro es llevar a Cuba una gran exposición sobre Celia Cruz para que «los cubanos de cinco generaciones la conozcan más detalladamente», pero solo lo cumplirá «cuando la democracia y la libertad hayan vuelto» a la isla, precisa.
A Pardillo le gustaría hacer algo como el museo de la artista española Lola Flores en la ciudad andaluza de Jerez de la Frontera.
«Celia y Lola fueron muy amigas. Tenían el mismo carisma para sus pueblos. Lola era muy alegre y positiva. Una mujer con chispa especial y muy, muy, entregada a su público».
«Las dos juntas eran una explosión de verdad. Se conocieron en Cuba en el año 1952», agrega.
Pardillo conserva el mensaje escrito de puño y letra y enviado por fax (era 1995) que la «guarachera de Cuba» le envió al viudo y los hijos de «Lola de España» para expresarles sus condolencias.
Por suerte, «Celia guardaba todo», dice. EFE