Luminosa y a media luz

Para el seis de septiembre de 2023 … rezaba la invitación. Allí estuve. No quise perderme una ocasión muy especial. Un grupo de exalumnos salesianos del “glorioso” Cristóbal Colón del barrio El Centenario, en Guayaquil,  celebraba el aniversario 52 de su graduación de bachilleres y lo hacía con la presentación del: PALMARÉS DE LA PROMOCIÓN 27 – 1971.

Fui profesor, rector y compañero de formación de un grupo voluntarioso de adolescentes. Creo que todos somos caminantes en busca de linderos fijos. Las edades varían, los humores maduran y sólo la vida sabe, en verdad, de viejos y jóvenes, y también de eternos adolescentes.

El ambiente de la reunión a la que fui invitado y a la que tuve el acierto de asistir, fue de tinte estrictamente salesiano: sencillo, alegre, bullicioso, pleno de abrazos añejos, denso en sonrisas remozadas, carente de códigos más allá del respeto y la sindéresis, conquistados por herencia y cultivados en el día a día de un ya no tan corto y perceptible trajinar.

Al encontrarme con mis exalumnos, en realidad que los años se nos vinieron encima. Sobre mis hombros con más fuerza: cargo dos décadas en demasía, pero, me sentí discípulo junto a blancas y grises cabelleras y cercano a quienes perdieron su pelo en las lides de la vida. ¿Achaques? Me sentí bien: los míos tuvieron compañía y mis ayes conocieron gente solidaria.

A MEDIA LUZ … se creó un ambiente para la distensión, la franqueza, el recuerdo, las confidencias y esos cuentos y recuentos de aquello que creemos contarlo por la primera vez. Parte de mi memoria, de un tiempo acá, se queda en casa, no me acompaña, pero cuando la sinceridad y el afecto vienen de la mano y la vida y sus entresijos se imponen, vuelven a surgir episodios adormitados o los que hasta ayer eran un tal vez, hoy se tornan certezas.

La noche del reencuentro cristobalino fue luminosa, por todos sus costados, porque vi brillar en ella, con fuerza y persistencia: los recuerdos de las aulas, la capilla y los patios; la imagen de los maestros estrictos y afables; los concursos del Libro leído; la inolvidable Feria de ciencias y los campeonatos deportivos, en especial, atletismo. Cada año eran derrotados, con holgura, Vicente Rocafuerte y Aguirre Abad. El triunfo se hizo costumbre: AD SUPERNA INTENTI, nacidos para cosas grandes. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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