Envueltos en el espíritu festivo, nos sentimos impulsados a reflexionar sobre los misterios más profundos de nuestra existencia. Entre el brillo de las luces y los villancicos, una pregunta persiste: ¿Cuál es el sentido de la vida? Una de mis respuestas favoritas a esta pregunta se le atribuye a Pablo Picasso: «Encontrar tu don, ¿y el propósito? Regalarlo».
En esta época de regalos, las palabras de Picasso resuenan profundamente. Más allá del brillo y los regalos, hay una verdad profunda: la esencia de la vida no está en lo que acumulamos, sino en lo que damos a los demás.
Consideremos la sabiduría de Leo Buscaglia, que iluminó el camino hacia la plenitud a través de sus escritos sobre el amor y la conexión humana. Sus enseñanzas se hacen eco del sentimiento de Picasso, al subrayar que el verdadero propósito de la vida reside en compartir nuestros dones únicos con el mundo.
El Dr. Viktor Frankl, en medio de la oscuridad del Holocausto, descubrió que el sentido de la vida se encontraba con frecuencia en los actos de bondad y generosidad, incluso en las circunstancias más sombrías. Sus experiencias ponen de relieve el poder transformador de la generosidad para descubrir nuestro propósito, nuestra razón de ser.
Mientras disfrutamos de las fiestas, desenvolvamos la verdadera esencia de la vida haciendo honor a la sabiduría de Picasso, descubramos nuestros dones inherentes y compartamos generosamente estos tesoros con los demás.
Esta época del año nos recuerda que los regalos más preciados no vienen envueltos en papel, sino que se encuentran en nuestros corazones. Es en las sonrisas que evocamos, la calidez que compartimos, la amabilidad que ofrecemos y las huellas que dejamos, donde se despliega el verdadero significado de la vida.
@ceciliaugalde