“Jabonero”, boxeador, peleador de lucha libre, acróbata, protagonista de las Mascaradas, pero, sobre todo, fotógrafo. Definir a Vicente Tello Tapia es complejo por todas las actividades que él incursionó en Cuenca, la ciudad que ayer amaneció con la noticia de su fallecimiento, a sus 92 años.
Aunque la capital azuaya sabía de las incursiones de “Don Vichi”, siempre fue reconocido por su mirada y por su capacidad para capturar imágenes, primero, con sus cámaras análogas, y luego, con los aparatos digitales.
Para eso basta con adentrarse a sus archivos, a sus rollos, a los medios en donde publicó sus fotografías que, sin duda, guardan una parte de la historia de Cuenca.
Desde las tragedias, como los accidentes de aviones ocurridos en Ricaurte y Zhadán, pasando por la fotografía de denuncia, hasta la construcción de grandes obras que marcaron a la ciudad en el siglo XX.
Entre los archivos de Vicente Tello están, por ejemplo, las fotografías del raid que se cumplió entre Cuenca, Molleturo y Naranjal.
El raid lo lideró un grupo de cuencanos, quienes, incluido don Vichi, anduvieron, junto a un jeep Land Rover, por las montañas del Cajas hasta llegar a Naranjal, para demostrar al gobierno de Velasco Ibarra que era factible construir una carretera que una a Cuenca con la Costa.
Fotografías para denunciar
Además de haber registrado los hechos históricos de Cuenca, don Vicente se dedicó a fotografiar para denunciar lo que veía en las calles. La mendicidad, el alcoholismo, la pobreza, fueron parte de las fotos que captó y publicó en los periódicos de la ciudad.
Parte de ese trabajo se puede observar en “Una cámara en la calle”, una muestra que está activa en el Museo Pumapungo. En ella, el público tiene la oportunidad de adentrarse a una línea de tiempo en la que conocerá de cerca la obra de Tello.
En el espacio, a más de las fotografías, asimismo se exponen algunas de las cámaras que Don Vichi usó mientras andaba por las calles de Cuenca buscando el mejor ángulo para fotografiarlo.
Mascaradas
El Día de los Inocentes, que acá en Cuenca se celebra cada seis de enero, Vicente Tello dejaba la cámara y se convertía en otro. Para quienes tuvieron la suerte de verlo en las Mascaradas sabrán bien recordarlo.
Para algunos era un actor innato, para otros, un hombre que sabía hacer reír al público. Lo cierto es que, cuando se organizaban las famosas comparsas, ya se esperaban buenas presentaciones, al menos de Vicente, junto a su hermano, Luis.
La razón se debía al gusto que le ponían los hermanos Tello cuando se trataba de interpretar a distintos personajes.
Se dice que para eso se preparaban, ensayaban, se armaba una estructura cómica que luego el público aplaudía.
Todo eso está en la memoria de todos aquellos que fueron parte de la vida de Vicente Tello, que si bien se apagó físicamente, todavía los cuencanos pueden seguirla a través de la fotografía y de los recuerdos que aún perduran entre los que lo conocieron. (I)
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