En tiempos en los que, la ética pública de los funcionarios se ha visto afectada, así como crecen las críticas frente a determinados profesionales del derecho, muchos abogados cuencanos tuvimos la suerte de contar como profesor, a un hombre íntegro, quién vivió lo que predicaba, y actúo conforme los valores que impartía.
Sus clases iniciaban casi de manera ritualista, ingresaba siempre de manera puntual, menudo de aspecto, pero atlético, se retiraba su chaqueta, se arremangaba las mangas de la camisa y extraía de su pequeña maleta de cuero, una tela para limpiar su escritorio, escribía con diligencia un aforismo jurídico en latín en la pizarra, tomaba una pastilla dulce en su boca, y de una bolsa extraía una ficha con un número, con el propósito de examinar sobre los contenidos de la materia, a uno de sus estudiantes.
El profesor, Jorge Morales Álvarez, quien falleció a inicios del mes de junio, dejó un importante legado, en primer lugar, respecto de las centenas de abogados que formó, y, en segundo lugar, por el legado académico, a partir de sus publicaciones en las áreas del Derecho Civil, entre las que destaca: “Derecho civil de las personas”, “Teoría general de las obligaciones”, “Lecciones del derecho civil romano”, etc., que sirvieron como material de estudio en importantes instituciones de educación superior en las que trabajó como docente: Universidad de Cuenca y Universidad del Azuay.
Fue un hombre comprometido con sus estudiantes, a los que sirvió en las aulas e incluso como autoridad, dónde destacó su vocación de servicio y su manera de enseñar con el ejemplo. Pues, era recurrente el uso que hacía de la obra: “Un mensaje a García”, de Elbert Hubbard, en la que un soldado debe entregar una carta, sin importar lo lejano que se encontrase el destinatario, ni las dificultades que encontrase en el camino, pues lo que importaba era la determinación y enfoque, sin quejarse ni pedir ayuda.
Tuve el honor de ser su estudiante, y aún recuerdo sus consejos para mejorar nuestras habilidades orales como abogados, pues siempre nos recomendó leer: “Alto, claro y pausado”. Luego, como su colega en las aulas, sin duda múltiples fueron las sugerencias que me hizo y que día a día pongo en práctica.
Profesores hay muchos, pero maestros hay pocos, y el Derecho en Ecuador ha perdido a un gran maestro. (O)