Chapas, milicos, profes, índiginas y más 

Santiago León

No es de extrañarse. Ya han empezado a asomar los primeros precandidatos presidenciales. Tenemos una lista, que, poco a poco, se va haciendo enorme de “líderes” que quieren trabajar para sacar al país del ambiente caótico que vivimos por los niveles de inseguridad. Usted sabe que los secuestros y sicariatos están al orden del día.

Las billeteras de los narcos también empezarán a moverse un tantito más. Ya no es novedad que grupos delictivos estén detrás del patrocinio de las campañas electorales. Ellos también necesitan invertir para que sus cargas con sustancias ilícitas zarpen sin ningún bloqueo. Asimismo, hay que tener de la mano a la justicia en caso de que algún malcriado caiga en cana, para pedir a un juez que lo saque en menos de 24 horas. Para eso se necesitan guitas.  

Pero bueno, no nos desenfoquemos de lo principal. Los precandidatos a la presidencia de mi lindo Ecuador tienen un largo palmarés. Han sido profes, milicos, chapas, abogados, ambientalistas, indígenas, algunos son campeones olímpicos para caotizar el país y ahora dicen que están preocupados por el “bienestar” de los ciudadanos.

Pero esto recién está empezando. Falta los candidatos del otro sector. De los duros del billete. De los empresarios que quieren transformar la patria y convertirla en una empresa tipo unicornio, que reciba inversión extranjera millonaria, porque están haciendo las cosas bien y el business está sobre ruedas.

A ver. La cosa es seria. No crea que ser presidente de un país como el nuestro sea chauchita. Primero se encontrará con una jaula de leones hambrientos llamada Asamblea Nacional que querrá hacerle la casita sin dar paso a ningún proyecto de ley, tendrá que lidiar con la crisis petrolera generada por funcionarios que se creen vacas sagradas o regular los salarios millonarios de ciertas empresas públicas.

Es que hacer política en el Ecuador es muy riesgoso. O si no, mire como la huesuda se ha ido cargando a un pocotón de autoridades. Nadie conoce las causas. Es más, nunca sabremos. Pero ver como algunos alcaldes se van a camellar a sus oficinas con chalecos antibalas, andar en carros blindados o tienen una seguridad privada como las de películas de acción, nos da cuenta de que algo grave está pasando. Ya no se trata de delincuencia común, hay algo que huele mal. (O)