El Crnl. Claus Philipp, conde de Stauffenberg, protagonizó el atentado más famoso de las decenas que recibió Adolfo Hitler desde que infaustamente dirigió a Alemania, en 1933. Decía que Hitler era un idiota, puerco, pequeño burgués, estúpido y criminal jefe de la plaga parda (los miembros del nacionalsocialismo), pero no dejaba de recocer “el olfato militar” y de que “el padre de ese hombre es la guerra”.
No solo la resistencia civil estuvo activa siempre en Alemania, si no la militar también. A principios de la Segunda Guerra Mundial no hicieron nada por el triunfo aplastante de Hitler contra los demás países enemigos, actitud que cambió radicalmente pocos años después. Uno de los más laborosos fue el Gen. de infantería Friedrich Olbricht, 55 años, que incorporó a Stauffenberg a un acto casi imposible: matar Hitler. Al coronel le dieron 2 paquetes de explosivo plástico británico pero que solo puso uno, el 22 de julio de 1944, hace exactamente 80 años.
Proyectaron atentarlo desde varios años atrás, pero no hubo un momento adecuado. Sus planes e intenciones frustrados por una u otra razón. Subrepticiamente en esa fecha ingresaron la bomba en La Guarida Del Lobo, en bunker fortificado, amurallado y muy protegido del líder alemán. Operación Valkiria, nombre clave del plan, era más ambicioso ya que comprendía un verdadero golpe de estado, sacar al nazismo del gobierno, paz con los enemigos del Oeste, combatir a los soviéticos, terminar con la guerra, ojalá con victoria, y traer paz.
La explosión destruyó el recinto, hirió de gravedad a oficiales junto al Hitler pero él salió intacto sólo con los tímpanos sangrantes, esquirlas de madera y los pantalones estrenados ese día, deshilachados. Con las horas, la conspiración, desmoronó poco a poco y los más entusiastas conjuradores fueron quedándose solos, apresados y los principales, incluidos coroneles y generales, fusilados de inmediato. Sólo el inicio de una especie de purga que eliminaría a aproximadamente 5 000 soldados de alto y mediano grado. (O)