Cuentan ciertas notas musicales que hay historias y misterios ocultos en sus acordes y ritmos. Si bien las composiciones responden al gusto de un autor, pueden tener influencia de un entorno, la cultura, las costumbres, el folklore, la sociedad. Un importante pianista para España, es Isaac Albéniz. No se detenga aquí. Le aseguro que, aun si fue de fondo ambientador, habrá escuchado alguna de sus obras y le voy a comentar al respecto.
Albéniz, mostró su excelencia con la música a muy corta edad, 4 años. Recibió clases con distintos maestros en varios países, y diferentes conservatorios, graduándose en Bruselas en 1879. Entre 1882 y 1890, compuso la reconocida obra “Suite Española Op. 47” de la que hay ocho piezas para piano, cada una asignada con un nombre de regiones de España, pero también incluye a Cuba, donde ofreció algún concierto.
De este grupo de obras, destaca aquella Suite bajo el nombre “Asturias.” Y es aquí donde inicia una mención a la historia que se puede asociar a ella. Si bien este conjunto de piezas permite reconocer una influencia de ritmos españoles como las sevillanas, cierto toque del paso doble, y otros, se reconoce justamente ese folklore propio del país en estas suites. Pero hay más, Asturias trae notas repetitivas, y acordes que demandan una ejecución muy especial para pasar de de piano, pianissimo a forte, fortissimo (respecto de la intensidad). Pero goza además de cambios melódicos significativos, donde parece llevarnos de alguna manera a las Mil y una noches por ciertos ornamentos y trinos que hay en esta composición.
Esa ligera asociación a un estilo árabe, permite reconocer la influencia de este mundo en España. De hecho, hubo un tiempo de dominación árabe musulmana en ese país, dejando legado de cultura, ciencia, cultivos, entre otros. Las andaluzas, en el sentido musical, tienen ese tinte arabesco; lo puede identificar, por ejemplo, en “Canción Andaluza” de Paco de Lucía.
Asturias, fue originalmente compuesta para piano, pero su transcripción para guitarra se hizo quizá más famosa que la original. Le invito a que la escuche con atención un momento, en ambas versiones, usted aprobará o no la técnica, sentimiento y pasión que esta exquisita obra requiere al pasear por las teclas del piano, o el virtuosismo de la digitación en la guitarra. (O)