Se nos va Henry Kronfle insuflado por su aventura de llegar a Carondelet, el palacio donde, según el que lo habitó durante seis meses, el “Loco que ama”, pululan fantasmas. Los socialcristianos no han vuelto allá desde que lo hizo su patriarca León Febres Cordero, excepto por las rendijas cuanto querían negociar algo con el ocupante de turno.
Kronfle nos deja a Viviana Veloz, una de las más recalcitrantes correístas, y con ella todo un terremoto administrativo en la Asamblea, una oportunidad sin igual para sus coidearios sin empleo, los viejos sanducheros, troles, y demás oportunistas que viven de sangrar al Estado.
Peor será el terremoto político durante los próximos meses. La agenda legislativa propuesta por Daniel Noboa se irá por la borda. Todo o casi todo se hará en función del binomio del correísmo y de sus candidatos a la Asamblea, igual de sus chimbadores y los camuflados como “Retos”.
¿Todo eso estaba “matemáticamente calculado” cuando se fraguó el pacto al comienzo del gobierno?
Desde ya están disputándose la primera vicepresidencia de la Asamblea, igual que las hienas cuando roban la presa cazada al leopardo.
Y como quiéranlo o no, hagan lo que hagan la canciller y la ministra del Trabajo, Verónica Abad asumirá la presidencia de la República, el cóctel se tornará más explosivo, endemoniado; impredecible, además.
No quedará en pie ningún ministro y demás altos funcionarios de la administración. O sea, una torta dada la vuelta. Y todos trabajando para la derrota de Noboa, si no en la primera, sí en la segunda vuelta. ¡Santo Dios!
Tendremos novedades como el incremento de los indicadores de riesgo país, nulas inversiones, peor las internacionales; cuando no, intentos de amnistías para prófugos, derogatorias de algunos decretos ejecutivos, la aprobación de leyes o reformas hechas a imagen y semejanza de los apetitos de quienes gobernarán desde Carondelet y la Asamblea, posiblemente en franco maridaje.
¡Prohibido olvidar! Tendremos un legislativo casi con el 85 % de suplentes, porque los titulares de nuevo medirán el masoquismo popular, cuando no la ignorancia popular, que inducen a botar, no a votar.
Más claro, el país ingresará a una ruleta rusa, cuyo ruletero estará en las sombras; o en una caminadora eléctrica, contando las palpitaciones, pero sabiendo que no va a ningún un lado.
Lo que nos espera en materia de seguridad. ¿Qué pasará con la fiscal general del Estado? Algunos delincuentes prófugos o tapiñados, varios corruptos descubiertos, estarán de plácemes, porque sus operadores políticos tendrán en sus manos el control remoto del cóctel.(O)