La ganancia de Trump fue una crónica de una muerte anunciada desde semanas atrás; su virulento discurso que rayaba hasta en el odio a los migrantes ilegales, proponía una “limpieza” descomunal a través de la deportación masiva. Un anuncio que caló muy hondo en la población gringa pura y la afroamericana especialmente del centro del país, con hegemonía republicana. En California y New York estados tradicionalmente demócratas, Harris pudo posicionar su discurso de manera exitosa como una continuación del modelo de Joe Biden, pero en los otros estados no alcanzó delegados suficientes para ganar la presidencia.
Los migrantes legales, quienes viven por muchos años en EEUU y ya tienen consolidada su vida, fueron los primeros partidarios de la teoría de Trump de detener la migración ilegal. Florida, un estado republicano por excelencia, permite a través de procesos relativamente fáciles normalizar en corto tiempo la estadía de cubanos que ingresan de manera ilegal especialmente por el mar, con lo cual pueden acceder a tener seguridad social y trabajo. Condición diferente para los ciudadanos de Venezuela, Haití, Ecuador, Nicaragua y demás países con una cultura elevada de migración por varias vías, especialmente cruzando la selva del Darién
Si bien el detonante pronunciamiento sobre las expulsiones masivas fue un punto clave, las propuestas económicas causaron inmensa expectativa. Con una crítica acerva a Kamala Harris y los demócratas por el incremento de los precios a todo nivel, Trump dijo que limitaría temporalmente las tasas de interés de las tarjetas de crédito con lo cual impactó favorablemente en el ciudadano consumidor de clase media. Para atraer a los ciudadanos de la tercera edad, por tradición un grupo votante muy activo, prometió a los beneficiarios de la Seguridad Social ya no pagar impuestos sobre las prestaciones mensuales recibidas, además de impulsar un crédito fiscal para los cuidadores familiares.
El electo presidente republicano habló quizás de un tema futurista analizado en varios foros. “Acabar con el impuesto federal sobre la renta y sustituirlo por ingresos procedentes de los aranceles”. Propuesta con inmensas aristas a debatir, como la de imponer un arancel general del 10% o del 20% a todas las importaciones que entren en EE.UU., así como un arancel al alza del 60% a todas las importaciones chinas.
Pero todas estas propuestas deberán pasar por el filtro del Capitolio. Al momento que escribo este artículo, con 60 elecciones a la Cámara de Representantes sin decidir, cualquiera de los partidos podría obtener el control. Para los seguidores de Harris y su estructura política, una mayoría en la Cámara sería un objetivo tranquilizador para ganar un punto de quiebre en Washington y frenar el poder de Trump. Pero si los republicanos ganan una mayoría, Trump podría implementar con más facilidad sus planes, incluida la extensión de los recortes de impuestos, y la “financiación de medidas fronterizas de línea dura”. Continuará… (O)