Manos criminales. No hay otro calificativo para quienes prendieron fuego en algunas zonas del Parque Nacional Cajas, patrimonio natural de Cuenca, del Ecuador, del mundo.
Se necesita estar desquiciados, poseídos por fuerzas malignas, no considerarse parte del planeta tierra para actuar de esa forma vil, cobarde; repetimos, criminal.
Las llamas en pajonales, en chaparros, en fin, en la variopinta flora existente en el Cajas; igual de su fauna, son noticia no solo en el Ecuador sino en gran parte del mundo.
De allí proviene el agua para Cuenca. En ese inmenso paraíso natural nacen ríos y quebradas. Cientos de lagunas lo embellecen. Se trata de un ecosistema único y, por lo tanto, frágil, cuyo desequilibrio puede traer consecuencias funestas; peor si es víctima de las llamas.
Dada la magnitud del incendio se declaró la emergencia. Por consiguiente, todos los niveles de gobierno se han movilizado, contando con el apoyo logístico de otros países como el Perú; igual de toda la gente, de la empresa privada.
Los bomberos, aun sacrificando su salud, como ocurre con otros voluntarios, luchan contra el fuego, atizado por el viento y la sequía.
Según expresiones del alcalde Cristian Zamora hay indicios sobre las manos criminales. La Fiscalía ha sido puesta sobre aviso par dar inicio a las investigaciones.
Ojalá, ojalá, los desnaturalizados sean descubiertos, sobre todo castigados con el rigor de la ley. Urge agotar todos los recursos legales para dar con ellos, causantes, además, de la contaminación del aire y, por consiguiente, del deterioro de la salud de la población.
Una cosa llama la atención: hay, al parecer, acciones coordinadas de las manos criminales para prender fuego en diversos lugares del Azuay, inclusive de Loja. ¿O es tanta la coincidencia?
Haberse ensañado con el Cajas merece el repudio total; peor si, de verdad, actúan de aquella forma.
Un árbol quemado es un pulmón menos para la tierra.