Al parecer, no todo comienza con un buen plan. Sahil Bloom, afirma que la preparación con frecuencia supera a la planificación, en sus palabras: “La planificación está basada en la expectativa del orden; mientras la preparación, en la expectativa del caos”.
Planificar nos da una sensación de control, a todos nos gusta imaginar un futuro ordenado y predecible, con objetivos claros y pasos definidos. Pero, la experiencia nos ha demostrado que el plan perfecto no existe y que debemos prepararnos para adaptarnos a cualquier escenario.
Así, la preparación es mucho más que tener una lista de tareas, es la capacidad de cultivar habilidades, adquirir conocimientos y desarrollar resiliencia para responder a lo que venga. No se trata de predecir el futuro, sino de estar listos para cualquier cosa que este traiga, más aún al vivir en un país como Ecuador, donde lo imprevisto cobra un nuevo sentido y lo cotidiano se convierte en una suerte de deporte extremo.
En su libro Antifrágil, Nassim Taleb explora la idea de que las personas y los sistemas más exitosos no solo sobreviven al caos, sino que prosperan gracias a él. Para Taleb, ser “antifrágil” significa construir vidas que no se rompan con la incertidumbre, sino que se fortalezcan. Y esa antifragilidad no viene de planes rígidos, sino de la preparación para lo inesperado.
En lugar de obsesionarnos con controlar el futuro, centrémonos en estar listos para lo que este traiga. Porque, al final del día, no se trata de que el plan sea perfecto, sino de que nosotros seamos lo suficientemente flexibles, creativos y fuertes para adaptarnos a lo que la vida ponga en nuestro camino. Como dijo Forest Gump, la vida es como una caja de bombones, y nunca sabremos qué relleno nos tocará. (O)