La reciente publicación de la Revista británica The Economist en el sentido de que Ecuador se ha convertido en un “narcoestado” y en uno de los países más peligrosos del mundo, da cuenta del deterioro progresivo de la imagen del Ecuador en el concierto internacional.
Se trata de una situación que se ha ido consolidando en los últimos años, como consecuencia de la ausencia de un plan estratégico e integral de combate a la inseguridad, por parte del Estado; al debilitamiento de las instituciones de seguridad y del sistema carcelario; y, a la implementación de políticas económicas que, al llevar a mayores niveles de inequidad social y pobreza, han abonado el terreno para que grupos poblacionales acudan a la narco-delincuencia como forma de supervivencia.
En este contexto no es casualidad que la cifra de asesinatos siga estando en un porcentaje de más de 40 por cada 100 mil habitantes, y que delitos como los secuestros y las extorsiones (o “vacunas”) se hayan incrementado en el último año; amén del incremento de la exportación de la droga en barcos, el lavado de activos y la infiltración de la mafia en l instituciones de la fuerza pública; situaciones frente a las cuales las autoridades del control y del poder judicial (Incluido la Fiscalía) nada han hecho, o han hecho muy poco.
Pero, la imagen internacional de Ecuador no sólo se ha degradado por el crecimiento inusitado del crimen y la inseguridad, sino también por los reiterados conflictos políticos, y por las recientes violaciones a la legalidad internacional y nacional realizadas por el Presidente Daniel Noboa. Un ejemplo burdo de lo primero fue la invasión a la embajada de México, que recibió el repudio internacional. Y, en cuanto a lo segundo, su más evidente ejemplo ha sido la suspensión inconstitucional de la Vicepresidenta Verónica Abad, que recibió críticas no sólo a nivel nacional sino también internacional, incluida en estas la de más de 20 expresidentes de España y de países latinoamericanos.
Es justamente en este marco, de deterioro de la imagen internacional de Ecuador y de cuestionadas decisiones por parte de Noboa, que puede explicarse la ausencia de los Presidentes de los países latinoamericanos a la denominada “Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado”. (O)
