
Cambió su vida la pandemia de la COVID-19. Perdieron sus trabajos afectados por la crisis económica. Tuvieron que ingeniárselas para salir adelante de la difícil situación. Emprendieron en actividades que jamás se lo imaginaron. Superaron los riesgos, prosperaron y mantienen sus negocios.
La población sufrió tras paralizarse la ciudad por las fuertes restricciones. Las empresas despidieron a muchos empleados, no tenían dinero para pagar sus suelos, quebraron muchos negocios.
Los padres se preguntaban qué hacer, cómo mantener a sus hogares. Las oportunidades eran escasas, salían pocas horas a las calles, evitando los contagios masivos por los altos riesgos de mortalidad.
Emprender desde casa fue la única opción, siendo la gastronomía lo más accesible. Recordaron recetas de las abuelas, veían en redes sociales y en la plataforma de YouTube cómo preparar un sinnúmero de delicias.
Ofertaron por Facebook y WhatsApp sus alimentos preparados. Accedieron a salvoconductos para realizar las entregas a domicilio. También contrataban a motorizados (deliverys) para el servicio.
De músico a emprendedor

Una de las personas que pasó por todo esto fue, Gabriel Cuesta, de 31 años. Perdió su trabajo como asistente de sonido en conciertos musicales debido a la prohibición de eventos masivos.
Decide emprender en gastronomía con los conocimientos adquiridos en la universidad. Lo primero que hizo fue cocinar algunos platos para su familia y amigos. Optó por la pizza porque fue lo que más gustó a los suyos, motivado inicia su negocio.
Los pedidos los entregaba con la ayuda de la novia de un amigo que puso su vehículo para el trabajo. Los días transcurrieron, los clientes incrementaron. Tras dos años abre su local “Miau Pizzería”, en la calle Mariscal Sucre, entre Juan Montalvo y Tarqui.
Fue la pandemia lo que organizó su vida con un trabajo prospero. También tiene otras metas, seguir en la música porque ha sido vocalista de grupos de rock, además de abrir una fundación para rescatar los gatos abandonados en las calles porque ama a estos animales.
Regresó a sus orígenes

Venancio Peñaloza siempre ve lo positivo de las cosas a pesar de las adversidades. Y, eso lo hizo, en la emergencia sanitaria, emprendió con la venta de helados a domicilio, y luego puso su local en la calle Borrero, entre Lamar y Sangurima.
Previo a esto, tenía un negocio de discos compactos de música y películas que lo cerró, precisamente, por la llegada del COVID-19. Lo que él sabía hacer antes de vender los discos, era elaborar helados, retomando este oficio.
Aprendió nuevas recetas en Youtube, sorprendido por todo lo que se podía hacer. Recorría en su bicicleta las calles de la ciudad para entregar los pedidos que recibía por las redes sociales.
Las cosas se calmaron, tomando la decisión de abrir su local. Arrendó un zaguán que lo adecúo, convirtiéndolo en el punto de encuentro de los apasionados por los helados artesanales.
Dio un nuevo rumbo a su vida, demostrando que todo es posible con esfuerzo y dedicación. Sueña con ampliar su negocio, tener una sucursal, generar fuentes de trabajo. Todo lo hará con la bendición de Dios.
El carisma del “Hacha”
En la subida a El Valle todos lo conocen, admiran su temple, el carisma y dedicación. Es bastante colaborador, un devoto de la Virgen del Cisne, amante del indor-fútbol. Así es Xavier Sinchi, dueño del minimarket y frutería “Del Hacha”, ubicado en la vía principal, a la altura del ingreso a San Antonio de Gapal.
Trabajaba como chofer de una empresa privada antes de la pandemia y tenía un local de comida rápida por las noches. Pero como muchos, se quedó sin trabajo, y cerró su emprendimiento.
Los días transcurrieron sin saber que hacer, preocupado por apoyar a su esposa, quien tuvo que afrontar con los gastos del hogar de lo que obtenía vendiendo productos en el mercado 9 de Octubre. Es ella la que le motiva a incursionar en la venta de frutas, inicia comprando unos 400 dólares, sin imaginarse que lo vendería todo en el local que antes era de comida rápida.
Ilusionado, invierte cada vez más recursos económicos, obteniendo el mismo resultado. Reubicó su negocio a un terreno que compró a una tía, construyó un edificio con su madre para vivir y modernizar su local.
Xavier soñaba con tener su casa y lo consiguió. Tiene un negocio rentable, da trabajo, y pronto abrirá una sucursal. La pandemia marcó su vida porque se reinventó.
Las tres historias demuestran que el COVID-19 impulsó a muchas personas a conseguir sus sueños, dejando los miedos a un lado. No todo fue malo en una pandemia histórica por todo lo que aconteció en Cuenca, el país y el mundo. -(I)
DETALLES
En tiempos de confinamiento, la ciudad parecía un pueblo fantasma, pero desde las casas surgieron los emprendimientos.
Incrementaron los negocios gastronómicos, especialmente de comida rápida como pizzerías, alitas, secos de pollo y carne, empanadas, entre otros.
Las redes sociales fueron los espacios de comercialización, las ventas se concretaban por estos medios digitales. Todos los emprendedores publicaban imágenes de sus productos.
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