Similitudes

CON SABOR A MORALEJA

Tras el aterrador atentado durante un acto de campaña, el 7 de junio, al senador colombiano Miguel Uribe Turbay, Latinoamérica se mantiene en vilo a la espera de los pormenores de su recuperación. Hasta el día de la entrega de este artículo la salud del político abaleado permanecía aún en estado crítico.

Este hecho repudiable conmovió a toda Colombia reviviendo acontecimientos dolorosos a finales de los años 80 y comienzos de los 90 cuando mataron a cuatro candidatos a la presidencia de ese país: Jaime Pardo Leal, en 1987; Luis Carlos Galán, en 1989; Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro en marzo y abril de 1990, respectivamente.

Este incidente gravísimo ha producido desconcierto por algunas similitudes con el magnicidio de Fernando Villavicencio. Ambos atentados fueron cometidos por sicarios. El asesino de Villavicencio murió por disparos de la Policía durante la persecución que surgió luego del crimen. El matón de Uribe fue herido en su pierna por un disparo y, tras recibir atención médica, está bajo resguardo policial. Lo que confiese cuando declare será determinante para llegar al autor intelectual de este plan macabro.

La violencia llegó a la vida de Miguel Uribe a una edad temprana cuando a los cinco años perdió a su mamá, la periodista Diana Turbay, hija del expresidente César Turbay Ayala. Sus secuestradores, “Los Extraditables”, le dispararon por la espalda mientras procuraba llegar al helicóptero de la Policía que intentaba rescatarla. “Los Extraditables” era un grupo liderado por Pablo Escobar que se oponía a que enviaran a sus miembros a los EE.UU. y presionaba al gobierno de César Gaviria para que no firmara el tratado de extradición.

Es irónico que Miguel Uribe manifestara en una conferencia que la paz no es sinónimo de impunidad y que su propósito de vida es mantener un país libre de violencia; aspiraciones análogas en las que creía y defendía Fernando. Sus constantes censuras al socialismo del Siglo XXI considerándolo un aliado de la violencia porque “no es casualidad que no enfrenten la criminalidad ni el narcotráfico”, también coinciden con los cientos de denuncias que Villavicencio hizo en su tiempo. Es imperativa la colaboración entre los departamentos de inteligencia de Colombia y Ecuador para llegar a la punta del ovillo de este lamentable suceso y que no ocurra lo del caso de Villavicencio a casi dos años de su muerte:  el autor intelectual sigue en la impunidad. (O)

Lcda. Bridget Gibbs

Periodista y escritora. Norteamericana de nacimiento, pero cuencana de corazón. Radicada en Cuenca desde hace 45 años. Lleva una década colaborando con la página editorial de El Mercurio.

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