Como lo hizo hace uno o dos años, Nicolas Maduro ha vuelto a decretar que en Venezuela las festividades de Navidad darán inicio el primero de octubre. Como comprenderán los amables lectores, esta disposición ha puesto patas arriba a los artesanos, a los comercios, a los negociantes del país llanero, porque tienen que empezar, ya mismito, a confeccionar los adornos para los árboles de navidad, los trineos, las narices para Rodolfo el reno, las estrellas luminosas, las guirnaldas. Y por supuesto, los personajes también tendrán que adelantar sus roles, sus vestidos y tendrán que hacerlo acomodándose al clima de octubre, por lo que no será raro ver a los reyes magos vestidos con short, zapatillas, camisetas “lacoste”, gorras “nike” y jafas.
Habrá también que engordar rápidamente algunos rebaños de camellos, ovejas, vacas y toros, a fin de que en un par de semanas ya estén listos para las fotos y los respectivos videos. Las especialidades culinarias navideñas también tendrán que adelantarse, por lo que la venta de buñuelos arrancará, ipso facto, el día uno de octubre. En lo que respecta al pavo o al pernil de navidad, no hay problema, pues el 99 % de venezolanos no han visto este tipo de platos desde hace más de 20 años. A esto es lo que llama Maduro, “el derecho de los venezolanos, a ser felices”.
A los populistas de izquierda les escaldan los comentarios sobre Maduro, los reciben de muy mala gana, y ello obedece, para mal o para bien, a que el gorilón caribeño es, al momento, la figura más descollante del firmamento político socialista sudamericano, es el que dirige la sinfónica zurda de esta parte del mundo y marca el compás del despotismo cínico y la inmoral reelección indefinida.
Ahora que ya no está Fidel y que el finado Chávez no avanzó a sus metas, Maduro sueña con ser “emperador” de un imperio donde, hasta las festividades navideñas puedan celebrarse en la fecha que a él le dé la gana. Debe ser duro, muy duro, para sus forzados adláteres el tratar de defender su gestión cuando la hermana Venezuela, a ojos vista, se desangra en medio de la pobreza, el éxodo, la violencia, la corrupción y las navidades octubrinas. (O)