¿Qué es una mina?

No es leyenda, aunque se remonte al principio de nuestra pequeña historia. La violenta colonización de los territorios de lo que hoy es el continente americano se dio impulsada por un afán extractivista. Los fabulosos mitos entorno a las ciudades doradas no eran sino expresión de las carencias europeas frente a las necesidades del nuevo sistema de organización mundial: el capitalismo. Son 533 años desde que Colón pisó las costas de estas tierras, y desde entonces no se ha dejado de hablar del oro. Y probablemente sea la mina, metafóricamente hablando, la imagen más cercana de lo que las excolonias europeas -y en general el llamado tercer mundo-, representaban y siguen representando en el sistema global. Una mina, un punto negro en el territorio, que rompe y descompone el tejido social, pues donde se instala el poder se destruye la organización. En la mina todos somos mineros despojados de un espacio vital sano, precarizados para extraer la ganancia de otro. A la violencia orgánica de la mina le corresponde una violencia dogmática, una cultura y una filosofía minera, también una teoría del desarrollo y un ideal de progreso que la sostiene y legitima ideológicamente. No obstante, la mina en sí misma revela una de las contradicciones fundamentales del capitalismo, que invierte las prioridades entre valor de cambio y valor de uso. En la mina lo prioritario no es aquello que es necesario de manera inmediata para la vida, sino aquello que permite ser acumulado y convertido en capital. La pregunta crítica es si estamos listos para abandonar la mina como el destino histórico de nuestros pueblos. (O)

Dr. Sebastián Endara

Ph.D. Quito, 1978. Ensayista, poeta, docente universitario. Especialista en Pedagogía política y pensamiento social. Editor en Jefe de las revistas científicas de la Universidad Católica de Cuenca.

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