Quinto río

Aurelio Maldonado Aguilar

Santa Ana de los cuatro ríos de Cuenca, la más bella ciudad del Ecuador, fue bautizada en extasiado momento de amor de quienes tocaron su valle y unieron el torrente de sus genes a los de los bravos cañaris, indómitos y bravíos que aportaron la semilla para singularizarnos del resto, pues Tumipamba o valle de cuchillos como se llamaba, es nuestra cuna que marcó la impronta de rebeldía, canción y valentía.

Cuatro hermosos ríos que juntan sus caudales gota a gota de las lágrimas del cerro y montaña abajo sacian la sed de todos los seres vivos. Regatos, piedras lavadas por la eterna caricia de las aguas y el rumor de un canto que es plegaria y es sustento, producen el amor incomparable del cuencano a su terruño. Pero llegó el día en que nació del alma y del pecho, un quinto rio maravilloso, histórico ya. Pero su caudal es de un agua teñida de un color sangre. Palpita. Es rebelde. Canta y grita. No se detiene y en su ímpetu de rebeldía lógica y sana, en sus ¨regatos¨ mágicos de calles y plazas, ordenó mantener la vida, único don valioso para el hombre y sus comunidades y que se soslaye el vil metal que el hombre codicioso tiene hasta en los dientes. 200.000 almas calculan que ¨navegaron¨ en la correntada lacre de protesta, constituyéndose en la más grande marcha de todos los tiempos en la vida republicana y sin necesidad de dádivas que los políticos suelen usar para sumar clientes. La voz y bandera fue una sola. Viejitos, muy viejitos salieron a la protesta con el lema ¨agua sí, minería no¨. Todo por mis nietos, repetían con sus voces cascadas de nostalgia. Niños con sus banderitas de protesta de mano de sus padres, recorrían risueños y al fin, luego de 5 horas de marcha, dormidos en el amoroso regazo de sus madres, cumplían con el mandato de la razón y la ternura.

Cuenca, hidalga, valerosa tiene desde hoy un quinto rio de agua púrpura. Los regatos de sus calles empedradas y sus esquinas, ya tienen el revoloteo de mariposas, colibríes y cóndores que bajaron de la alta montaña a sumarse al canto de las aguas.

Cuenca y su región, demostraron su prosapia. Más nos falta terminar la lucha. Revocar el permiso de explotación de la minera, ya, ya y declarar zona intangible y de respeto eterno a los humedales y montañas, para que no se les vuelva a ocurrir ni a este gobierno ni otros que vendrán, de meter mano en las riquezas absurdas que aspiran a llevarse los corruptos y ladrones que siempre existirán. (O)

Dr. Aurelio Maldonado

Médico otorrinolaringólogo. Profesor universitario. Presidente de varias instituciones y de Congresos. Escritor.

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