Han pasado ya seis meses desde el 29 de marzo de 2025, cuando Edison Pilataxi, hincha de Liga de Quito, perdió el ojo derecho tras recibir el impacto de una bala de goma disparada por un policía en el estadio Alejandro Serrano Aguilar, durante el partido entre Deportivo Cuenca y Liga. Desde entonces, su vida cambió por completo, pero la justicia aún no llega.
El testimonio de Pilataxi se conoció a través de un video compartido por el periodista cuencano Juan Diego Cornejo, en el que el aficionado relata las secuelas de aquel hecho y la indiferencia de las autoridades.
“Desde aquel momento todo fue distinto. Con mi familia tratamos de llevar una vida normal, pero no es fácil. El apoyo de ellos ha sido fundamental, aunque en lo anímico es un proceso duro”, expresó.
El aficionado, que ahora utiliza una prótesis ocular, explica que su recuperación ha sido lenta y costosa. El club Liga de Quito asumió los gastos médicos iniciales y continúa brindándole apoyo legal, pero más allá de eso, no ha recibido respuesta de las instituciones judiciales. “No hay responsables, no hay nadie detenido, no ha pasado nada. La Fiscalía no se ha pronunciado”, cuestionó.
Económicamente también ha sufrido un golpe. Su trabajo como tatuador se ha visto limitado porque la pérdida de la visión le dificulta realizar diseños grandes y detallados. “No es lo mismo, me canso más y la vista no responde igual”, cuenta.
Pilataxi insiste en que su caso no debe quedar en el olvido. “No fue una pelea, no hice nada indebido. Estaba con mi hijo en el estadio, disfrutando de mi equipo, y recibí un disparo que me cambió la vida. Lo único que pido es justicia, que los responsables respondan por lo que hicieron”.
A pesar del dolor y las secuelas, sigue acompañando a Liga en los estadios, convencido de que el fútbol no debe ser sinónimo de violencia ni de abusos. “Volví porque no todos los policías son iguales, pero lo que me pasó no puede repetirse con nadie más”, sostiene.
Mientras tanto, el expediente de su caso continúa sin avances, sumido en la indiferencia de las instituciones. Pilataxi vive su nueva realidad con resiliencia, pero con la esperanza de que algún día el Estado reconozca la gravedad de lo ocurrido y se haga justicia. (D)
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