En la resolución de conflictos, el diálogo es y será siempre la herramienta más poderosa. Cuando este se pierde o se evita, lo que queda es la imposición: una parte sobre otra, dejando fuera las necesidades y la dignidad del otro.
En los tensos momentos que vive el Ecuador hoy, donde la incertidumbre social, económica y política se ha agudizado, se vuelve urgente abrir caminos hacia el entendimiento, hacia la mediación, hacia el respeto al otro a pesar de las diferencias.
Ahora más que nunca necesitamos acuerdos entre los distintos sectores del país. No podemos seguir alimentando la polarización, ni caer en discursos que promueven el odio y el autoritarismo como salida. El camino debe basarse en el respeto mutuo y en la voluntad de llegar a consensos. Para lograrlo, cada bando debe estar dispuesto a ceder, a transar, a reconocer errores y a poner el bien común por encima de los intereses particulares.
Ecuador no puede darse el lujo de continuar fragmentado. Necesitamos calma, sentirnos seguros y volver a creer en nuestras instituciones y en quienes dirigen nuestro presente y futuro. Urge un diálogo sincero para enfrentar los graves desafíos que vive el Ecuador: la violencia, la pobreza, el desempleo, la falta de acceso a salud, educación…
Imponer no es ni será nunca la solución; solo hace más grande la distancia que nos separa. (O)