Desconcierto 

La palabra que sirve para titular el presente comentario parece la más acertada, salvo más elevados criterios, para calificar la situación que se encuentra viviendo el país. Y es que, realmente, uno se acuesta cobijado por una opinión determinada y, al día siguiente, con las primeras noticias y novedades del “paro”, o las declaraciones de los voceros del gobierno o las de los dirigentes indígenas, la opinión de anoche ya no luce tan coherente o firme. 

Las posiciones adoptadas, tanto por lado del gobierno como por parte de la dirigencia indígena, parecen irreductibles. Esta última sacando cartas, hasta ahora más o menos escondidas, como el tema de la territorialidad o el de los “territorios en resistencia” y aupada, a más no poder, por grupos políticos perfectamente identificados que, como siempre, se encuentran, aun cuando sea, tras los restos del botín político en juego. 

Debe ser muy importante lo que se encuentra sobre la mesa: intereses de la minería ilegal, del contrabando de los combustibles, del financiamiento de campañas políticas, etc. Para nosotros, los cristianos comunes y corrientes, con nuestras limitaciones a cuestas, nos basta y sobra con exigir explicaciones y sin encontrar respuestas. Y es que se ve tanta violencia, tanto desparpajo, tanto manipuleo, tanta violación de las leyes, que uno amanece con las pocas esperanzas que quedan y termina la tarde frustrado y desconcertado. 

No he sido, no soy y espero no llegar a ser en el futuro, miembro del grupo de los pesimistas “profesionales”, de aquellos que no se encuentran conformes ni con la actuación de míster Trump en la guerra entre Rusia y Ucrania, ni con el precio de la funda de limones en el mercado, pero confieso que a veces como que me despierto con ganas de firmar una solicitud para pertenecer al grupo antedicho. Sin embargo, de las malas nuevas, mi recomendación apuesta por robustecer la idea de que los buenos son más en este lindo país, de que, por esquiva que parezca a veces, la esperanza mantiene viva la fe, y de que la violencia no ha demostrado, en ninguna sociedad, y provenga del color político que provenga, ser la medicina de elección para ningún mal.   (O)

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