La eliminación del subsidio del diésel, fue el detonando para que la CONAIE, declare el 18 de septiembre, una protesta caracterizada por bloqueo vial, humo de caucho, palos y piedras, paralización de la economía aún en pequeños negocios de ciudades imbabureñas muy particularmente, amenazas de todo calibre a quienes incumplían las disposiciones emitidas, sabiendo que el hambre no espera, mucha gente vive de las ventas diarias, carencia de combustibles y del GLP para uso doméstico, alteración de la fisiología colectiva en la vida de comunidades, sociedades y pueblos. Vertido de la leche en campos y agresión a empresas privadas que fueron invadidas por hordas vestidas de barbarie.
La violencia está incrustada en la sociedad, y acompaña a la pobreza como gestores de una explosión social. Tenemos violencias varias como la doméstica, infantil y de género, en la conducción de vehículos que incluye hasta exhibición de armas de fuego, en escuelas y colegios, política, urbana con sicariato, laboral, explosivos en vehículos y puentes, etc. Todas distorsionando la paz y la convivencia ciudadana, alteración en el respeto por los derechos de los demás. Esto sucedió en la prolongada y lacerante protesta indígena y de mestizos radicados en la ruralidad, que impiden el trabajo de la sociedad toda, que afecta a la economía de los más maltratados, del agro y del campesinado, mientras los lideres tienen sueldos suigéneris que les permiten prebendas de jerarcas aupados. Todo esto en un laberinto ocasionado por la crisis de los valores en la sociedad total, en donde tenemos factores degradantes como la minería ilegal, la comercialización y consumo de drogas.
Es obligación colectiva la construcción de la sociedad, con orden y disciplina, desde la responsabilidad individual y colectiva. Debiendo primar la justicia y no la impunidad vinculada a la cooptación de sus operadores, al servicio del mal.
El silencio y la turbulencia en vez del dialogo, cediendo posiciones y buscando soluciones duraderas y no populismos depreciados, no hacen otra cosa que incrementar las diferencias e inequidades, y legamos conflictos de mayor envergadura a las próximas generaciones. El Ecuador es de todos y por ende nos merecemos un mejor trato, con honestidad y responsabilidad, que el cese de esta violencia, traiga entendimiento, atención y soluciones a tanta problemática social. (O)








