Nació en Corteno Golgi, en la provincia de Brescia-Italia, el 16 de febrero de 1883 en una familia de agricultores, crece feliz en un clima cálido de afecto y valores cristianos de sus progenitores. El boletín salesiano llega a Corteno y la joven María Troncatti piensa en su vocación religiosa y a los 21 años es admitida en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y hace su primera profesión en 1908 en Nizza Monferrato.
Durante la Primera Guerra Mundial, asistió a cursos de atención médica en Varazze y trabaja como enfermera de la Cruz Roja en el hospital militar. Su deseo fue ir a las misiones para atender a los leprosos, pero fue enviada al Ecuador en1922. Aterrizó en Guayaquil y luego a Chunchi, Cuenca y acompañada por el Obispo misionero Mons. Domingo Comin y una pequeña expedición arribaron a la agreste selva amazónica carente de todo en ese entonces.
Sus labores las realizó en Macas, Sucúa y Sevilla Don Bosco. No fue nada fácil, siempre en medio de limitaciones y con todo tipo de riesgos. Era enfermera, cirujana, ortopedista, dentista y anestesióloga, pero sobre todo catequista rica en recursos maravillosos de fe, paciencia y bondad con el carisma salesiano. Su trabajo para la promoción de la mujer Shuar florece en cientos de nuevas familias cristianas, formadas por primera vez en la libre elección personal de los esposos jóvenes.
Le conocían como la «Madrecita Buena» por su amor maternal y atención a los enfermos, los niños abandonados y las mujeres. Su labor desplegada durante 44 años se caracterizó por su fe, entrega y capacidad para promover la paz y la reconciliación entre el pueblo Shuar y los Colonos siendo reconocida como «artesana de paz y reconciliación». Murió en un trágico accidente aéreo en Sucúa en 1969 al caerse la vetusta aeronave.
Sor María Troncatti fue canonizada el 19 de octubre de 2025 por el papa León XIV en la Plaza de San Pedro del Vaticano, durante una ceremonia que proclamó a siete nuevos santos en el Domingo Mundial de las Misiones.
¡El Papa Francisco tuvo el gran deseo de canonizar a Sor María Troncatti, por ser un ejemplo para la juventud de hoy. La “abuelita” llena de sabiduría que perfumó con su sencillez un mundo necesitado más de calor humano que de tecnología! (O)








