Un regalo que no se compra

¡Increíble! Ya estamos a finales de diciembre y la cuenta regresiva ha empezado. El Año Nuevo nos espera a la vuelta de la esquina. Llevo algunos días recapitulando en lo que ha sido este 2025. ¿A quiénes no he visto por mucho tiempo, y a quiénes con más frecuencia? ¿Logré cumplir más sueños? ¿Me siento más plena que el año anterior? ¿Soy más agradecida que antes? 

En medio de esas reflexiones me llamó una amiga a la que no había visto hace tiempo. Luego de “igualar cuadernos” me comentó que propuso a su grupo de compañeras del colegio -algunas viven en el extranjero- que, como regalo navideño, hicieran un sorteo entre ellas y se regalaran una carta desde el corazón utilizando el correo electrónico que acorta las distancias más lejanas. El reto era encontrar el tiempo para escribirla, así no fuese una carta, pero sí una o dos frases a la amiga asignada. Había que separar un espacio para esa persona especial. De esta manera, la carta transmitiría cariño, consuelo o simplemente gratitud por esa amistad los días previos a la Navidad. 

Luego de la propuesta a sus trece compañeras, sólo las tres que viven fuera del país aceptaron. Seguramente fue la nostalgia que las embarga, sobre todo en esta época del año. Las demás se excusaron por falta de tiempo. “Es que, entre las compras de regalos, cenas navideñas y las novenas, el tiempo se nos escurre entre las manos”, dijeron. Sentí la misma decepción que mi amiga. ¿Cómo no encontrar tiempo para expresar el cariño que le tenemos a alguien, o decirle lo maravilloso que es tenerlo en nuestra vida? De eso también se trata la amistad… 

Es verdad que la Navidad se cocina entre mucha prisa, pero podemos tratar de desacelerarla en nuestras reuniones instaurando una costumbre  que nos permita recordar y volver a agradecer a quienes hicieron algo por nosotros; reconocer lo positivo que nos aportó el año y también rememorar los obstáculos que nos permitieron crecer como personas. Tachar la lista de sueños cumplidos y escribir otra para el año entrante. Retomar la costumbre elegante de escribir tarjetas a mano y de hornear galletas con los más pequeños de la famlia. En medio de la celeridad que marcan estas fiestas, quizá el mejor regalo que podemos dar es uno que no se compra: el tiempo para mirar al otro con agradecimiento y decirle, sin prisa: “Me alegra mucho que estés en mi vida”. Feliz Navidad. (O)

Lcda. Bridget Gibbs

Lcda. Bridget Gibbs

Periodista y escritora. Norteamericana de nacimiento, pero cuencana de corazón. Radicada en Cuenca desde hace 45 años. Lleva una década colaborando con la página editorial de El Mercurio.
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