El Sambódromo de Río de Janeiro bajó durante la madrugada de este martes su telón del Carnaval de este año, pero la fiesta más multitudinaria de Brasil siguió corriendo libre en las calles y promete continuar hasta el fin de semana.
En la propia Río de Janeiro, así como en Recife, Salvador, Sao Paulo, Brasilia y casi todas las ciudades del país, las comparsas ocuparon las calles con el endiablado ritmo de sus tambores, en una fiesta que en la mayoría de los casos tiene cerveza como combustible y que en muchos sitios se prolongará durante algunos días más.
Aunque Vinicius de Moraes cantaba que durante la «gran ilusión» del Carnaval «la tristeza no tiene fin, la felicidad sí» y que «todo acaba» en el Miércoles de Ceniza, los brasileños de hoy no parecen hacerle mucho caso al padre de la bossa nova.
Las bandas callejeras conocidas como «blocos» ya han programado desfiles en decenas de ciudades incluso para este mismo miércoles, cuando acaba el largo festivo oficial que comenzó el pasado viernes en todo el país y se supone que los brasileños deberán guardar sus disfraces y volver al trabajo.
En Salvador, capital del estado de Bahía y centro de la cultura africana en Brasil, la fiesta en la calle fue animada por conocidas cantantes, como Ivete Sangalo, Claudia Leite y Daniela Mercury, y el fin de fiesta estará a cargo del popular Carlinhos Brown, quien desfilará con su propio «bloco» durante la madrugada del miércoles.
LA MASIFICACIÓN DEL CARNAVAL DE CALLE
En los últimos años, en los que Carnaval de calle se masificó y los «blocos» adquirieron dimensiones enormes, muchas de esas bandas han optado por ni siquiera anunciar sus desfiles, a fin de mantener el espíritu de fiesta entre amigos que tenían antaño.
Uno de ellos fue el Bloco de Osmar, en Sao Paulo, que solamente hizo uso de la comunicación «boca a boca» para su desfile, y pese a que evitó hasta las redes sociales, este martes reunió a cientos de personas en una plaza.
También este martes el Carnaval mantuvo el tono feminista que le han imprimido muchas comparsas, como el «Bloco de Pagú», inspirado en la intelectual y activista comunista Patricia Galvao, fallecida en 1962 y que dedicó parte de su vida a la lucha por los derechos de las mujeres.
En Río de Janeiro, el último día oficial del Carnaval llevó a la calle a por lo menos 60 «blocos», algunos ya más que tradicionales, como la Banda de Ipanema, que desde 1964 ocupa cada año las calles aledañas a la playa seguida por decenas de miles de personas.
EL SAMBÓDROMO ESPERA A LA ESCUELA «CAMPEONA»
Los desfiles de las escuelas de samba en el Sambódromo de Río de Janeiro concluyeron durante la madrugada de este martes y ahora los fanáticos de esa fiesta aguardan la decisión de los jurados sobre la mejor presentación.
El fallo que premia al mejor desfile será conocido este miércoles en un acto que cada año paraliza a casi todas las favelas cariocas, que son el alma de las escuelas de samba.
Como en otras ediciones, el Carnaval del Sambódromo tuvo este año un fuerte tono crítico, dirigido sobre todo contra el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro y el fundamentalismo religioso, que fue escenificado en varios de los desfiles de las escuelas de samba, siempre con ribetes operísticos y unos toques de aguda sátira.
Una de las imágenes más impactantes que dejó este año el Sambódromo fue un enorme Jesucristo crucificado, pero de raza negra y no sólo herido por los clavos, sino también por balas, con el que la escuela de Mangueira ilustró la violenta y dura realidad de las favelas de Río de Janeiro.
Las seis mejores escuelas de este Carnaval volverán al Sambódromo el próximo sábado para el llamado «Desfile de las Campeonas», con el que acabará definitivamente la mezcla de juerga y catarsis colectiva en que Brasil se sumerge cada año. EFE