OPINIÓN│
El sapo de la Grecia. Esa es la frase que nos ronda desde hace rato en estos tiempos de “corona virus” cuando hemos sido testigos silenciosos de lo que pasa en nuestra patria lastimada históricamente por la falta de identidad que no es otra cosa, sino esa ausencia en pensar y actuar en función de país como expresión de hacer para el bien común, por el bien general de la sociedad.
Los hechos presentes nos llevan al pasado y a los espacios de la escuela y el colegio, al del barrio de nuestros abuelos con sus familias tradicionales que dejaron el centro –hoy llamado Centro Histórico- y se fueron a las goteras de la ciudad como se decía antaño. Y es ahí en donde nos encontramos con el “sapo de la Grecia” de cuerpo entero.
De la memoria social de la mano, evocamos que siempre que alguien se pasaba de listo, le decíamos que era un “sapo de la Grecia”, parafraseando a Platón, ya que en la antigua Grecia se dice, vivieron los siete sabios como Tales de Mileto a quien se le atribuye esa frase “En la confianza está el peligro”, o a Bías de Priene, quien había dicho “La mayoría de los hombres son malos”.
Y es que para nosotros el “sapo de la Grecia” nos ponía frente al sabido, al mentalmente ágil, al que nos sorprendía con sus argucias y leguleyadas. Y claro, en tiempos de “corona virus” nos encontramos cara a cara con esas maniobras o recursos fraudulentos con apariencia de legalidad con que nos aparecen en ciertas esferas, en ese afán, dizque, de estar pensando en el prójimo, cuando detrás de ello está “el uñas largas” comenta la abuela de la casa.
En los días que transcurren vemos que el “sapo de la Grecia” hace su agosto, y nos recuerda al sabido o listo que no hacía la fila, que no estudiaba, que copiaba que daba un contento, el que nos sorprendía y nos dejaba boqui abiertos, nos recuerda la abuela de la casa, y obvio siempre sacaba tajada. (O)