No está mal, en edad avanzada, de tiempo en tiempo retornar al pasado y revivir experiencias. En nuestra ciudad se denominaba al mes de mayo “Mes de María” porque se intensificaba el culto a la “Reina de los Cielos” con múltiples actividades. En mi lejana juventud, como colegial y universitario, recuerdo actividades literarias con este propósito. Poetas de la talla de Honorato Vázquez y Miguel Moreno, en el final del siglo XIX e inicios del XX, escribieron poemas sobre este tema recolectados en “Sábados de Mayo”, sentando un sólido precedente para la poesía mariana.
En la universidad de Cuenca –único centro de estudios superiores en esos tiempos- se encontraba una escultura de la virgen, denominada reina de la sabiduría y se organizaba, el mes de mayo, en su homenaje un concurso literario en verso y prosa cuyo más preciado premio era la palma de plata. Cuenca se ha caracterizado por su culto a la poesía y en este concurso participaban personas que buscaban reconocimiento como poetas. Se realizaba la premiación en un solemne evento. En este concurso se “hacía una pausa” a los credos políticos.
Los tiempos cambian y con ellos las visiones y prácticas religiosas. Ni de lejos pretendo en este artículo elucubrar sobre sus razones y consecuencias aplaudiéndolas o criticándolas. Simplemente retorno a tiempos idos y a la actitud generalizada en este mes, que en el hemisferio norte se caracteriza por el esplendor de la primavera y la abundancia de flores, luego del adusto invierno.
Hechos como el que comento o han desaparecido o perdido fuerza, pero de alguna manera la estrecha vinculación entre mayo y la Virgen María se mantiene, sin el impacto masivo del pasado cercano.