OPINIÓN|
En las últimas semanas una serie de decisiones judiciales desataron voces muy críticas, unas exigiendo el debido proceso y otras rechazando la impunidad de los acusados de actos de corrupción. No queda la menor duda de que las falencias en el sistema judicial son tremendas e irremediables. Se trata de un sistema sin orden, en donde la justicia coexiste irónicamente al margen de la ley.
Para asegurar el debido proceso deben observarse las garantías básicas que establece la Constitución, los instrumentos internacionales, las leyes y la Jurisprudencia; por tal razón la impunidad es uno de los riesgos que se corre cuando se violentan las reglas como las garantías mínimas; derecho que todo ciudadano tiene.
Parecería que violentar el proceso al ejercer justicia se lo hace a propósito, con la clara intención de que los errores cometidos sean la trampa perfecta, para que al final del caso, previo a la sentencia; el pretexto de no haber respetado las garantías conlleve a la impunidad; entonces las sentencias terminan siendo escritas por los medios y secundadas por los opinólogos de las redes sociales. (O)
