Dos meses y medio después de clamar ayuda internacional por las incesantes muertes y cadáveres en las calles de Guayaquil, la alcaldesa Cynthia Viteri asegura que la pandemia está controlada y la lucha continua con un nuevo grito «por la vida» con motivo del bicentenario de su independencia.
«El 9 de octubre rendiremos honores a los 10.000 caídos en Guayaquil en un memorial con los nombres de cada uno de ellos», dice a Efe la regidora en una entrevista en la que, «sin cantar victoria» y con mucha precaución, recuerda cómo el Municipio lleva «27 días con cero muertes desde el 10 de abril».
Atrás quedaron los dantescos escenarios de cadáveres por las aceras y constantes traslados de ataúdes por las largas avenidas de una ciudad dedicada principalmente al comercio, bordeada por las aguas de un río, el Guayas, que la convertieron en la principal urbe económica del país.
GRITO DE DOLOR
«El sistema de salud nacional, manejado por el Gobierno, no estaba preparado ni para situaciones normales, peor (aún) para una pandemia», reflexiona la alcaldesa sobre la crisis humanitaria que golpeó la ciudad en la segunda quincena de marzo y primera de abril, cuando era comparada con la china Wuhan, donde nació el coronavirus.
El 27 de marzo, en un monólogo en video, su grito de dolor dio la vuelta al mundo e hizo despertar a las autoridades ecuatorianas sobre el verdadero alcance de la pandemia.
«¡No retiran a los muertos de las casas! ¡Los dejan en las veredas. Caen frente a hospitales! ¡Nadie los quiere ir a recoger!», denunciaba en la grabación al pedir ayuda al presidente Lenín Moreno y dar una alarma mundial sobre la urbe.
Entonces, no ahorró críticas contra el Ejecutivo por la falta de eficiencia para controlar la situación, pese al despliegue de una fuerza de tarea especial.
Hoy, Viteri está más convencida que nunca de aquella frase de Napoleón de que «cuando necesitas una mano que te ayude, la tienes que buscar en el extremo de tu propio brazo».
Y sobre las inexactas estadísticas de fallecimientos confirma que «la realidad entre los números oficiales y los reales es distinta».
MUERTOS NO CONTABILIZADOS
«A nivel nacional dicen que hay 4.000 muertos. El número de muertos que hubo en Guayaquil ha llegado cerca de los 10.000 solo en una ciudad (…) entre el 17 de marzo y 6 de abril», asevera.
Ese día de abril, pico de la pandemia en la ciudad, se llegaban a producir «700 muertes al día», es decir, casi 20 veces más de lo habitual, cifra que el Gobierno acabó reconociendo pero sin constatar hasta ahora sus causas.
Con 2,75 millones de habitantes, Guayaquil concentraba entonces más de la mitad de los contagios en todo Ecuador, indicador que ha bajado al 24 %, si bien la mayoría datan del período inicial.
«El 10 de mayo fue nuestro primer día cero en muertos y (al 19 de junio) tenemos 27 días alternos con cero muertes, y los últimos siete de forma consecutiva».
Para contener la enfermedad, el Municipio asumió muchas de las competencias del Gobierno y derivó 85 millones de dólares para reforzar capacidades médicas y políticas sociales.
Levantaron así «51 centros de salud, entre ellos, dos hospitales grandes y cinco fronterizos para que los enfermos de otros lugares no tuvieran que llegar hasta las ucis de la ciudad».
FALLECIDOS PERDIDOS
Pese a lo ocurrido, fue la primera gran urbe de Ecuador en cruzar del «rojo» al «amarillo» en el semáforo epidemiológico y aliviar, desde el 20 de mayo, las restricciones de movilidad.
Desde entonces, según las estadísticas, hay menos de un millar de contagios adicionales y los fallecidos han regresado a parámetros casi normales.
Pero de la peor crisis que ha vivido la ciudad queda por resolver el paradero de un centenar de muertos y el devastador daño económico.
«¡Nadie sabe dónde están!», declara Viteri, al dar cuenta de la entrega errónea de cenizas, desaparecidos en morgues, fallos de registro e incluso algún «resucitado» que figura como enterrado.
«A una familia le dieron tres sitios donde estaba enterrado su familiar», afirmó y apunta la responsabilidad al Gobierno, «que tiene que decirles a las familias dónde están sus seres queridos».
Respecto al impacto económico -que a nivel nacional consumirá hasta un 9 % del PIB-, las cifras municipales no están claras.
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«Las Cámaras de comercio no han dado cifras, pero se siente lo que está pasando porque mucha gente ha perdido sus empleos», reconoce la alcaldesa, que dirige desde mayo de 2019 una ciudad «en la que el 70 % de la población no tiene un empleo formal» y «vive de lo que compra y vende».
Pero teniendo en cuenta que Guayaquil aporta al PIB de Ecuador más de un 20 %, y más aún a la recaudación fiscal, el varapalo económico será considerable en un año en que se disponía a celebrar el bicentenario de su independencia.
VOLVER A NACER
«¡Era un año de fiesta!», recuerda, aunque los eventos especiales esperarán porque «tuvimos que elegir entre monumentos o la vida».
En su lugar, se prepara un memorial por las víctimas de la pandemia y algunos actos «históricos» presupuestados previamente, aunque se suspendieron las sesiones festivas del 25 de julio, fecha de fundación de la ciudad, y el 9 de octubre, cuando se independizó de España.
Pese a la tragedia, Viteri avanza que con la efeméride se iluminará el famoso Malecón «como en Navidad», para que «la ciudad sepa que volvemos a nacer». EFE