Testimonios: “Mi vida con diabetes”

Existen ciertas etapas en la vida de una persona diagnosticada con diabetes, desde que conoce que tiene esta condición hasta que aprende a vivir con ella. Además de la medicación y educación que recibe para una mejor alimentación y desempeño físico, el paciente necesita apoyo psicológico y de su entorno cercano, dado que en ocasiones atraviesa por un conflicto ligado a sus emociones, por los cambios que experimenta.

Ese es el caso de Carla Angamarca, de 23 años, a quien le detectaron Diabetes Tipo1 poco antes de cumplir 14. Según comenta, la joven tenía mucha sed y se sentía cansada todo el tiempo, pero desconocía acerca de estos síntomas. La enfermedad fue detectada a través de unos exámanes que le aplicaron en un centro educativo.

“Para mí ha sido importante tener una red de apoyo que es principalmente mi familia. También, el hecho de conocer y compartir con otros chicos o niños sobre cómo hemos llevado la diabetes, ha sido significativo”, sostiene.

Angamarca egresó en la carrera de Arqueología y se prepara para finalizar su tesis. Ella asegura que la condición no le ha limitado en sus proyectos y durante estos nueve años ha llevado una vida totalmente normal, aunque con altos y bajos, dado que en algunos momentos renunció a cuidarse.

“Creo que es un proceso por el que muchos chicos con diabetes han pasado, pero es parte de ir aceptando y hay que hacerse responsable de eso”, menciona.

La ciudadana también señala que es indispensable que la ciudadanía conozca algo más sobre la diabetes para que no discriminen o subestimen a las personas que tienen esta condición.

“Por suerte, uno puede tomar la rienda y tener a la diabetes controlada, a diferencia de otras condiciones, donde no se puede decidir sobre sí mismo todo el tiempo”, explica.

Una situación similar experimentó Andrés López, de 25 años, quien descubrió que padecía diabetes cuando tenía 12. Según su relato, él tenía sobrepeso, y durante el último mes, antes de detectar la enfermedad, empezó a tomar bastante agua. Además, tenía calambres muy intensos.

“Para que me diagnosticaran diabetes, hubo un día en el que me boté al piso porque no me pasaba un calambre, era de más de una hora. Tuvo que ir la ambulancia. Además, yo era bien gordo y había adelgazado bastante”, recuerda López.

El proceso de aceptación en este caso fue inmediato, asegura, aunque en un primer momento sintió miedo, debido a que, por falta de información, uno de sus familiares habló de posibles amputaciones.

“Cuando me explicaron sobre cómo era la enfermedad en realidad, me tranquilicé y lo tomé de mejor manera. Acepté la enfermedad desde un principio, sin embargo, hubo un momento de mi vida en que llegué a frustarme porque estaba cansado de inyectarme. Estaba en una edad complicada, pero ya cuando mi cuerpo se sintió mal, supe que debía cuidarme”, añade.

López es diseñador gráfico y mago profesional. También se está preparando en el ámbito profesional como músico.

“En realidad, para mí la diabetes no es una enfermedad sino un estilo de vida. No hay que dejarse frenar por nada, siempre con esfuerzo llegaremos a cumplir nuestras metas”, refiere.

También hay casos en los que la diabetes ha sido detectada en los primeros años, que, de alguna manera, significa una ventaja para que el ritmo de vida sea asimilado de mejor manera.

Valeria Mora tiene ahora 28 años. A ella se le detectó diabetes cuando tenía un año. Mora no tiene memoria de lo que es no tener diabetes, sin embargo, recuerda que durante su niñez siempre tendía a compararse con los demás.

“Me sentía diferente y me preguntaba por qué me tenía que pinchar, o por qué mi hermana si podía comer dulces y cosas así, pero era más la mentalidad de niño. Poco a poco esas cosas fueron cambiando. Mi familia siempre estuvo bastante involucrada y eso es fundamental”, comenta Mora.

La ciudadana es psicóloga clínica, maestra en un centro educativo, y también es voluntaria en la Casa de la Diabetes. Su labor consiste en brindar acompañamiento a niños que tienen diabetes y orientarlos a que con diabetes es posible alcanzar todo lo que se propongan.

Asimismo, Daniela Molina, de 25 años, cuenta que se le detectó diabetes cuando tenía tres años. Esta condición le ha hecho vivir experiencias negativas en algunas ocasiones. Ella recuerda que una vez fue retirada de un centro comercial mientras se inyectaba insulina, al parecer, por un mal entendido, debido a la falta de información de la ciudadanía.

“La mayoría de experiencias han sido bastante buenas. Hace falta mucha educación porque a veces la gente ni siquiera sabe qué es la diabetes, piensan que es una enfermedad solo para personas adultas (…) Las campañas de educación han sido útiles más que nada ahora en época de la pandemia porque la gente sabe cómo tratar a un paciente con diabetes”, menciona.

Molina explica que siempre fue una alumna ejemplar en la escuela y en el colegio, y ahora está por culminar sus estudios universitarios en Estudios Internacionales. Además, es voluntaria en la Casa de la Diabetes y en un proyecto internacional que trabaja por los jóvenes con diabetes.

“Me fui de intercambio por un año. Tengo también una relación bastante estable con mi enamorado. He hecho todo lo que he querido hacer. La diabetes nunca me ha limitado en absolutamente nada. Las personas con diabetes somos héroes sin capa”, acota.

Por su parte, Christian Muñoz, de 25 años, fue diagnosticado con diabetes en enero del 2000, cuando tenía cuatro años. Comenta haber recibido mucho apoyo desde pequeño, en especial de su mamá, quien se ha educado junto con él para aprender a vivir con la diabetes. Muñoz es psicólogo organizacional y también un destacado atleta. Al igual que sus compañeros, él manifiesta que la diabetes no es un impedimento para alcanzar cualquier meta. Incluso, hace unas semanas, participó en el reto 30k, denominado “Con diabetes sí se puede”.

“Nunca sentí un cambio en mi estilo de vida porque me diagnosticaron muy pequeño. Yo crecí con el control, con una alimentación sana, haciendo deporte, para mí esa es mi vida. El hecho de tener diabetes nunca me ha complicado en ningún ámbito. Para cualquier cosa sé que debo tener mi control y tratamiento, la diabetes no limita pero sí condiciona”, indica.

Muñoz destaca también la labor de la Casa de la Diabetes en su afán de educar a la población acerca de la enfermedad.

“Las personas que tienen diabetes o conocen a alguien que tiene diabetes, podrían acercarse a la Casa de la Diabetes, donde van a encontrar mucho apoyo y conocimiento para entender un poco más sobre cómo llevar una vida óptima con diabetes”, subraya. (LCH)-(I)

APOYO

El Club de Leones Cuenca apoya a la Casa de la Diabetes en sus programas de educación sobre el tratamiento integral para las personas con diabetes, y en temas de prevención a la comunidad en general.

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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