Con la pandemia habrá negocios en determinados sectores que se verán obligados a acometer procesos de reestructuración financiera. Así como en la anterior crisis de 2016 la falta de canalización de recursos suficientes a las empresas fue una de las principales dificultades para superarla, en esta ocasión las autoridades bancarias han resultado mucho más ágiles y la financiación empezó a permear al tejido empresarial desde finales de marzo.
En el contexto actual de retraso en la recuperación económica y su consecuente impacto en la capacidad de las compañías de generar liquidez, una gran mayoría de los prestatarios que captaron financiación no va a poder hacer frente a los primeros vencimientos, que se empiezan a producir en el último trimestre de 2020 y primer trimestre de 2021. En este escenario y para no aumentar la morosidad toca refinanciar y se tiende a alargar los plazos de vencimiento y aumentar los períodos de gracias hasta un año y no conceder nueva financiación entre tanto no se clarifique que la deuda refinanciada tenga un repago viable.
Estas medidas son necesarias para preservar la liquidez, y si el panorama comienza a normalizarse, también serán suficientes para garantizar la viabilidad en el medio y largo plazo de numerosas empresas, que podrán atender el repago de su deuda. No obstante, también habrá compañías en determinados sectores en los que su situación de desequilibrio patrimonial solo se verá parcialmente parcheado por estas medidas y, por tanto, se verán obligadas a acometer procesos de reestructuración financiera. En este grupo de prestatarios habrá que distinguir los que no son viables en un medio plazo, pues arrastran problemas incluso desde antes de la pandemia, de los que realmente sí son viables, dado que sus problemas están ligados a impactos coyunturales derivados de la covid-19.
Debemos confiar en que empresas y entidades financieras afronten estos potenciales procesos de reestructuración con una mayor voluntad de entendimiento que la puesta de manifiesto en anteriores crisis. El punto de partida actual de ambos puede ser más favorable, con una banca que tiene una importante liquidez y un tejido empresarial que viene gestionando adecuadamente la pandemia. (O)