Disciplina, fuertes entrenamientos y mucha constancia se entrelazan para dar cabida a la exitosa carrera del boxeador ecuatoriano Carlos Góngora, de 31 años que este mes se coronó campeón supermedio de la Organización Internacional de Boxeo (OIB, por sus siglas en ingles).
Tras su triunfo contra el kazajo Ali Akhmedov el pasado 18 de diciembre en el Semihole Hard Rock Hotel, en Hollywood (EEUU), el boxeador oriundo de la ciudad costera de Esmeraldas, aumentó a 19 sus victorias, manteniendo así su récord de quedar invicto sobre el ring.
CAMPEÓN MUNDIAL DE BOXEO
Con un Knockout (KO) a los dos minutos del décimo segundo round, Góngora se impuso ante su rival, ganando la corona de campeón supermedio de la OIB.
«Estaba esperando el momento exacto porque los golpes ya eran más lentos. Él ya estaba desorientado, ahí comencé a buscar gancho por abajo», contó Góngora en entrevista con Efe.
Comentó haberse sentido cansado durante esta pelea, pues «nunca había peleado así; fue la primera vez que peleé 12 asaltos».
Tras el resultado final, el Comité Olímpico Ecuatoriano precisó que «con una sorprendente performance, Góngora derribó al kazajo» y celebró sobre el cuadrilátero mientras los comentaristas se sorprendían mencionando al ecuatoriano como el nuevo campeón mundial.
CONSTANCIA Y DEDICACIÓN
«A las personas que hacen una vida cotidiana, les diría que es bonito y que les va a ayudar a bajar de peso; a las personas que quieren hacerlo por ámbito deportivo, que tengan mucha disciplina, que luchen por su sueño, que se motiven a sí mismos», explicó Góngora al ser consultado si recomendaría la práctica del deporte.
El camino no es plano, al contrario, está lleno de obstáculos y requiere de mucho esfuerzo y dedicación poder triunfar en el mundo del boxeo.
La rutina de Góngora se basa en tres arduos entrenamientos diarios, (04:00, 10:00, 16:00), cada uno de tres horas, pero aumentan a medida que se acercan las competiciones.
«A mí me toca hacer muchos más que a mis compañeros porque ahora estoy en el boxeo profesional, entonces mi entrenamiento dura tres horas. Tengo que correr, golpear el aparato, hacer sombra y fuerza durante el entrenamiento de la mañana y posterior viene el entrenamiento de la tarde», precisó el boxeador.
Sobre la alimentación, destaca que aunque los entrenadores siempre se preocupan de que los atletas tengan el peso y condiciones ideales, él es un deportista «muy disciplinado», pues siempre es el primero en llegar a los entrenamientos y maneja personalmente su alimentación.
«Eso le toca al deportista, porque el entrenador es el que está abajo en el ring y el deportista está arriba. Es la parte donde al atleta le toca la responsabilidad. Hay muchos indisciplinados, pero de mi parte el profe nunca» ha debido estar pendiente, dijo.
Y añadió: «Cuando hay pausas, aprovecho comiendo porque el sacrificio cuando se trabaja con peso es mucho más duro. Así, cuando llega el momento de bajar de peso, lo puedo asimilar de mejor manera».
«CON EL CORAZÓN EN LA MANO»
Octavo de diez hermanos, Góngora salió desde muy pequeño a Quito, la capital del país, en busca de una mejor educación y prosperidad.
Vivió desde los seis años junto a sus padrinos y se desempeñó en diferentes labores desde temprana edad.
Entre risas recuerda que incluso fue panadero a escondidas de sus padrinos por un breve período, pues no aceptaban la idea de que trabaje.
Cuenta que a su mamá nunca le ha gustado que boxee y prefiere que evite ver las peleas que enfrenta, aunque sí estuvo al tanto de la última pues «con el corazón en la mano quería ver a su hijo pelear».
A futuro, sueña con mantener la defensa de su cinturón e incluso optar por otro cinturón mundial, además de seguir entrenando para los juegos olímpicos de Tokio 2020. (D) (EFE)