OPINIÓN | Lentamente, la algarabía con la que despedimos al año anterior ha dado paso al inicio de una realidad que provoca desazón, inseguridad y cuestionamientos sociales. Las dudas generalizadas ante la llegada de las vacunas contra el COVID 19 y la ausencia de políticas de salud que informen verazmente a los ciudadanos sobre sus consecuencias, la proliferación de candidatos a la presidencia de la República y a la Asamblea, se suman al descalabro económico que sufrimos. ¡Ciento ochenta candidatos entre principales y suplentes para cinco curules en la asamblea! todos pagados por nosotros, se agregan a los que se inventan presidenciables. Y como colofón, los impuestos que nos seguirán sangrando, obligan al ciudadano a mantener la cabeza fría y “soñar conscientemente” sin dejar de tener los pies en la tierra. Un abismo entre lo que los políticos mienten y aquello que vivimos los ecuatorianos. Sin embargo, la madurez se impone, la autodefensa como arma de combate es indispensable; un pueblo resiliente que, a pesar de todo, mantiene su distancia y que sigue su aprendizaje para sobrevivir. Las lecciones del año anterior se hicieron carne, por lo tanto, el control de nuestras emociones es indispensable. Con toda seguridad, el uso de la mascarilla, la higiene, el distanciamiento social seguirán ayudando, pero las plagas de diversa índole proliferan, de allí que comenzamos este año con reservas y sin bajar la guardia. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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