Agradezco a quienes han continuado el diálogo sobre esta serie de notas, ciertamente, muy nuestras. Y destaco los mensajes que llegaron de fuera del país, muchos de ellos cargados de nostalgia.
Un amigo me dice: “antes preparaban para las fiestas chicha de jora. Esas dos palabras deben ser quichuas”. Pues resulta que jora es, en Cordero, siempre, el maíz germinado y seco, que sirve para preparar una bebida espirituosa. Pero chicha, no parece provenir de nuestra lengua madre, si no de algún otro lenguaje autóctono.
Alguien recuerda la infancia: “no jugábamos con bolitas de cristal, éramos pobres, sino con jurupis, unas semillas negras, redondas.” Cierto y el nombre sí está en el Diccionario, como también huiñachishca, palabra que ha evocado uno de mis contemporáneos, para recordar a un compañero de infancia del barrio de San Blas, hijo de crianza de unas señoritas mayores.
“Los que nos criamos en el campo, estábamos acostumbrados a las palabras quichuas”, anota otra persona, “nunca decían los mayores toros, sino huagras, y al que guiaba la yunta en el acto de arar se le conocía como tishador.” En efecto, al trabajo aquel lo llamaban tishar, deformación de tisay, guiar.
Cuando los muchachos eran pequeños les decían uchillas, y por cariño: longuito, y los abuelos les daban no un beso, sino una mucha.
Los ancianos distinguían el sexo de cuyes y otros animales pequeños, separando los caris de las huarmis.
Juntas de gente para hacer trabajos en común eran las mingas. Terminaban jugando en una cancha, nombre de espacio cercado ya universal, y, a veces, comían algo en una chingana, que no era vocablo despectivo.
El canguil, una golosina, nada de palomitas de maíz o peor pop corn.
Un día me regalaron nueces y llevé a la escuela, algunos chicos no sabían qué eran, al partirlas y probarlas, dijeron “igual al tocte”, fruto del nogal.
Una señora me dice “chirle, que quiere decir soso, también ha de ser quichua” y le cuento que es muy castizo, la expresión “patos del aguachirle castellana”, se aplica despectiva a los seguidores de Lope de Vega, en un soneto atribuido a Góngora, y la palabra compuesta es sinónimo de bebida barata, sucia. Esto, en la España del siglo XVII.
¡Buen Carnaval, encerraditos! (O)